A ver jijos de su máuser, creyeron que estaba enchiquerado, que ya me había pelado o que me había cargado la verdura, pero nooo, no les cumplí ese caprichito y ahora volví “reloyed”, más jijuemadre que antes y con ganas de recetarme a cuanto méndigo político la calabacee o susurre afuera de la “nica”. Me alejé de los escenarios un buen round, pero volvimos a las andadas y dispuesto a ser el azote de los genízaros, el defensor de las últimas vírgenes, el ombudsman de los jodidos, el uyuyuy de los alzados, el garrote de los adelantados, el periódico enrollado de las moscas, la mera vena de los mirreyes y el verdugo del brujerío.