Una de las consecuencias más evidentes que ha resultado del fortalecimiento de Morena ha sido el debilitamiento de la clase política tradicional que se formó en los usos y costumbres del antiguo régimen (Ancien Régime). En las elecciones de 2018 y 2021 miles de políticos formados en la vieja escuela fueron derrotados en las urnas. El desprestigio que los caracterizaba provocó que floreciera la idea del cambio. A través de las urnas y con votos de castigo millones de ciudadanos han mandado a la jubilación a políticos que brillaron en la era dinosáurica.
Sin embargo el exterminio no ha sido total y en todos los partidos hay políticos jóvenes y viejos que continúan luchando para empoderar a una nueva generación de dinosaurios. El cambio de régimen político no se ha consumado y vivimos una crisis permanente porque “el viejo mundo se muere, pero el nuevo tarda en aparecer. Y en esos episodios de claroscuros surgen monstruos” (Gramsci).
Hay resistencias al cambio. Los intereses credos se niegan a abandonar sus privilegios. No obstante muchos creen que una transformación radical acabará por imponerse ya que como dijera poéticamente Pablo Neruda: “podrán cortar todas las flores del campo pero no podrán impedir la llegada de la primavera”.
Las élites dominantes que controlan los partidos han evitado hacer un ejercicio profundo de autocrítica para interpretar y acoger los mandatos del cambio. La posibilidad de que el PAN, PRI y PRD puedan superar las derrotas que han sufrido depende en gran parte de que inicien grandes transformaciones en su interior. Estos institutos políticos son parte esencial del sistema de partidos en México y nuestra democracia los necesita para consolidarse. No debe olvidar que ellos expresan la pluralidad que nos define y que no hay democracia sin partidos políticos.
El próximo Congreso del estado.
Pasando a otro tema es oportuno destacar que ya se ha definido lo que será el perfil de la próxima legislatura local. Tendremos un Congreso plural en el que ninguna fuerza política tendrá el domino total. Los partidos que ganaron la gubernatura, el Verde Ecologista y el PT, tendrán como aliados a 9 legisladores (6 del PVEM y 3 del PT). Está por verse si los 4 diputados de Morena se alinean con el nuevo gobernador ya que en teoría el partido Verde es aliado y promotor de la 4T. Si se llegará a consolidar esta alianza el partido gobernante contaría con 13 diputados para apoyar cualquier iniciativa del gobernante en turno. Por otro lado la coalición “Sí por San Luis” que quedo en segundo lugar, aparentemente y si el diablo no mete la cola, se transformará en una alianza parlamentaria que contará con 11 diputados (4 del PRI, 6 del PAN y uno de Conciencia Popular). Luego tenemos al partido Movimiento Ciudadano con un diputado, a Nueva Alianza con uno y al partido Redes Sociales Progresistas con 1.
La integración de la próxima 63 legislatura obliga a las diversas fuerzas política a privilegiar el diálogo y la negociación si quiere ser productiva y reivindicar el papel del legislador. El prestigio de los diputados está bastante dañado. Por ello es necesario que los nuevos diputados y diputadas acuerden una agenda común que beneficie a la sociedad. Este acuerdo en lo fundamental no quiere decir que no haya disensos, debates y hasta rupturas temporales. Particularmente los diputados de oposición están obligados a actuar como un contrapeso de los otros poderes del estado (El Ejecutivo y Judicial) para evitar abusos de poder, también deben ser vigilantes intransigentes y, sobre todo, cuidar el honesto uso del erario público por parte de los gobiernos estatal y municipales así como del Poder Judicial y de todas las entidades de la administración pública.
El gobernador electo Ricardo Gallardo Cardona en voz de quien será su secretario general de gobierno, Guadalupe Torres Sánchez, ha hecho el compromiso de ser respetuoso de la separación de poderes y privilegiar la construcción de acuerdos con el poder Legislativo para lograr una
gobernabilidad democrática. El abogado Torres Sánchez tendrá que hilar muy fino para evitar que se den desencuentros con los diputados de la oposición. Construir mayorías parlamentarias para impulsar la agenda legislativa del nuevo gobernador y conseguir la aprobación de los presupuestos de gasto gubernamental exigirá del futuro secretario de gobierno mucho oficio político y del auxilio de un eficaz equipo de cabilderos que le auxilien a llevar la fiesta en paz con los diputados y diputadas. El próximo gobernador no tiene mayoría absoluta y menos calificada en el Congreso local por lo que deberá pactar necesariamente con los legisladores de oposición. Y deberán ser negociaciones transparentes, alejadas de negociaciones en lo oscurito o, aceitadas con dinero 2 público. De lo contrario la sociedad, la opinión pública y alguno que otro diputado o diputada honesta y congruente los puede denunciar y causarles problemas.