Si hoy fueran las elecciones las ganaría Andrés Manuel López Obrador. Así lo revelan todas las encuestas publicadas hasta este momento. No hay una sola que dé posibilidades de triunfo a Ricardo Anaya o a José Antonio Meade.

Pero las encuestas no son pronósticos. No anuncian un destino inevitable. Todo puede suceder en los próximos tres meses de campaña.

En otras elecciones hemos sido testigos de cómo el puntero poco a poco pierde puntos y acaba perdiendo. Así ocurrió en las elecciones del año 2 mil cuando Francisco Labastida comenzó su campaña con una intención de voto por encima del 50% contra apenas 33% de Vicente Fox. Al final “El vato con botas” termino derrotando al candidato del PRI con un 42.56 % de la votación contra apenas un 36.08 % de Labastida.

No sabemos si en esta ocasión pasará lo mismo porque ninguna elección es igual a otra. Lo que ocurra en los próximos 90 días impactará el resultado final porque las campañas son determinantes para modificar predicciones. Justo a esto le están apostando los dos candidatos rezagados, Anaya y Meade. No se dan por vencidos y apuestan a que su estrategia de campaña y los votantes indecisos (25% de los posibles electores) pueden destruir lo que hoy parece un triunfo inevitable del Peje.

También son factores importantes el dinero que se usa, la guerra sucia, el uso inteligente de las redes sociales, la oferta de gobierno, el perfil del candidato, los debates, las fortalezas y debilidades de las estructuras territoriales de los partidos, el prestigio de los institutos políticos, el voto útil y hasta el humor social de los electores.
Por todo lo anterior lo único con cierta validez probabilística para saber quién ganará las elecciones es construir escenarios a partir de análisis y datos duros.
Así que vayámonos por partes. Primero analicemos lo que dicen las encuestas.

AMLO es el líder en todas las que se han publicado hasta ahora. Arranca como el competidor más fuerte y aparentemente camina con una cómoda ventaja.

Hace unos días, en la última semana de marzo, El Financiero divulgó una encuesta en la que el Peje tenía una delantera de 18 puntos sobre el competidor más débil, José Antonio Meade. Anaya por su parte se mantenía en el segundo lugar.

Por otro lado la acreditada empresa Consulta Mitofsky dio a conocer que un 40% de entrevistados dijeron que López Obrador ganaría la elección. Contrasta que el 17% que tienen la percepción de que puede ganar Meade y un 12% Ricardo Anaya.

Es importante subrayar que se trata sólo de percepciones, algo muy subjetivo pero que revela una predisposición a actuar a favor o en contra de los candidatos. No sabemos si eso se va a traducir en un sufragio efectivo el día de la votación.

Lo que es indiscutible es que la batalla para imponer la percepción de que él será el ganador la está ganando Andrés Manuel López Obrador. Esto es importante porque muchos votantes tienden a sumarse al que se percibe como invencible. Todos quieren estar con el bueno.

En cuanto a qué partido cuenta con la mejor estructura electoral sin duda que es el PRI. Ha probado en muchas elecciones que es capaz de organizar un ejército de promotores del voto y representantes de casilla.
El PAN y sus aliados lo saben y están cubriendo este flanco para evitar un fraude. Realizan lo mismo los seguidores del Peje.

En lo que tiene que ver con la utilización de redes sociales hay evidencia de que están siendo usadas para desatar guerras de lodo. Y las próximas batallas serán aún más sanguinarias.

En otro frente de batalla se espera que allá por el 30 de mayo aparezcan iniciativas que promuevan el voto útil. Si Meade o Anaya no logran alcanzar a López Obrador en los próximos 50 días habrá muchas voces que llamaran a no desperdiciar el voto dándoselo a un perdedor. Surgirá entonces el llamado a emitir un voto útil para propiciar que gane el que va en segundo lugar.

Si Meade logra colocarse en el segundo sitio los votantes panistas podrían cambiar su preferencia y votar por el candidato del PRI y abandonar a su suerte a Ricardo Anaya.

Por el contrario, si Anaya se consolida en segundo lugar se espera que el voto conservador del PRI se otorgue al joven maravilla. Pero también hay muchos en el partido tricolor que prefieren dar su voto al Peje porque se identifican más con su perfil nacionalista revolucionario.

En los debates que organizara el INE se apuesta a que Ricardo Anaya ganará. Es el más habilidoso en estas lides y AMLO le teme.

Hay además muchos que afirman que la actual será una elección de Estado. Todo el dinero y las estructuras de gobierno se volcarán, según esta versión, en favor al candidato del PRI.

Por último es necesario poner atención a lo que señalan muchas investigaciones que reportan lo que sienten y piensan los electores. Lo que domina la mente y el corazón de los ciudadanos es un gran malestar con el actual estado de cosas, por la inseguridad, la corrupción e impunidad que ha propiciado el actual gobierno. Mayoritariamente se quiere un cambio y no más de lo mismo.

Esto es algo que daña terriblemente las posibilidades de triunfo del PRI. Al partido gobernante se le culpa de todos los males del país. Por ello es que se afirma que el primero de julio podríamos asistir al arribo de la tercera alternancia en la Presidencia de la República. La primera fue con Fox, la segunda con Peña Nieto y la tercera podría ser con López Obrador.