Xavier Nava utiliza de manera tramposa el legado de su abuelo. Ante el fracaso de su proyecto político se asume como la reencarnación de su ancestro para presionar a las autoridades electorales. Se sueña heredero universal y único de las batallas épicas del navismo. El alcalde con licencia se  ha convertido en un profeta que anuncia una nueva etapa de lucha por la democracia y la dignidad de los potosinos. Caído en desgracia Xavier Nava quiere hacernos creer que la decisión del tribunal electoral que le ha declarado inelegible para competir por la alcaldía de la capital es un atentado a la democracia. Se niega a aceptar que fue él y Morena quienes al violar la Constitución cavaron su propia tumba.  La incongruencia, ambición y oportunismo que han caracterizado la carrera política de Xavier Nava pavimentaron el camino que finalmente lo ha llevado al fracaso.

Los auténticos herederos de la lucha por la democracia que encabezó el doctor Salvador Nava están de fiesta porque el Tribunal Estatal Electoral ha puesto en su lugar a este personaje que se ha aprovechado de su parentesco con el legendario líder civilista para medrar políticamente con su memoria.

Pero la historia es una gran maestra. Ella nos dice que hay dos actores políticos con méritos innegables para presentarse sin artificios como herederos del navismo popular en la actual contienda electoral: Leonel Serrato Sánchez y Enrique Rivera Sierra. El primero compite como candidato al Ayuntamiento de la capital con las siglas del Partido Verde y el segundo reclama con toda justicia ser el abanderado de Morena que sustituya a Xavier Nava. Estos dos navistas sí estuvieron desde su temprana adolescencia comprometidos y actuando al lado del doctor. Ellos sí saben lo que significa luchar por la democracia y la dignidad de un pueblo agraviado por el autoritarismo. Se formaron en los rigores de la resistencia civil que a principios de los años noventa del siglo pasado encabezo el doctor Salvador Nava. Por el contrario, Xavier Nava, el niño mimado, el nieto incomodo, siempre estuvo ausente en estas hazañas cívicas. Pero hoy, sin ningún rubor, se atreve a utilizar para sus fines muy personales la memoria de su abuelo y a encabezar ataques contra las instituciones democráticas que surgieron como producto de nuestra accidentada y dolorosa transición a la democracia. Descalificar la actuación de una de las instituciones de nuestro entramado democrático (los tribunales electorales), al acusarlos sin fundamento de pactar en los obscurito con sus peores enemigos es una calumnia. Los que violaron la Constitución y las leyes electorales fueron Morena y Xavier Nava. El Tribunal Electoral no hizo más que cumplir con su función: Tutelar el cumplimiento de la Ley.

Cuando el alcalde con licencia busco su reelección a través de un partido distinto al que lo postuló hace tres años, violentó las leyes. Pero además, cuando participó de manera simultánea y marrullera para obtener la candidatura a la gubernatura por el PAN y al mismo tiempo la alcaldía por Morena provocó su desgracia. Estas dos acciones están prohibidas por la Constitución y las leyes electorales. Pero él  se pasó por el Arco del Triunfo estas obligaciones.

Xavier Nava sabe que legalmente está perdido, que en los tribunales federales van confirmar lo que aquí en San Luis Potosí han decidido por unanimidad las magistradas y el magistrado del Tribunal Electoral. Por eso ha empezado a litigar en las calles buscando presionar y politizar su caso.

Xavier Nava es un violador contumaz de la ley. Hay evidencia de esta manía. Por ejemplo cuando violó los derechos de la abogada y activista Tere Carrizales. O cuando violento el derecho de los indígenas de la comunidad Mixteca Baja asentada en la ciudad capital y cuando agredió a los vendedores informales utilizando a los gendarmes del municipio para desalojarlos del Centro Histórico.

Para saciar su ambición Xavier Nava quiere ahora que las autoridades electorales le toleren una violación más a las leyes.

Pero si el Tribunal Federal Electoral a través de su Sala Regional en Monterrey no se deja intimidar por la presidencia de la república, ni por el fantasma de Salvador Nava, ni por las presiones callejeras en 15 días a más tardar se escribirá el epitafio sobre la tumba política de Xavier Nava.  

Conclusiones: Un político que no respeta la Constitución no respeta al pueblo. Quien amenaza, descalifica o coacciona a las autoridades electorales cuando sus resoluciones no se someten a sus intereses políticos es un violentador del Estado de Derecho. Y finalmente, quien agrede al Estado de Derecho no puede ni debe aspirar a gobernar.