- Lo prudente sería que la refinería de Dos Bocas llevara el nombre del presidente.
- Para recordar que él sí cumple sus compromisos y que ama a su tierra.
Por Edmundo Crespo Ruiz
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“Vamos a construir contra viento y marea, la refinería va, y habrá mucho trabajo”.
- Andrés Manuel López Obrador, presidente electo de México, 15 de octubre del 2018 en Tabasco.
He tenido la oportunidad de leer varias opiniones sobre la construcción de la refinería de Dos Bocas en que nuestro líder embarcó a nuestro país, de expertos y no expertos en temas energéticos. Aunque podría haber algún sentido financiero y económico, creo que se va más hacia el lado de que es una mala decisión, sobre todo por la situación financiera actual de Pemex, que por desgracia para el actual gobierno no se borra de un plumazo y, por responsabilidad, debe considerarse al momento de tomar decisiones.
En muchas ocasiones, grandes empresas han tomado la decisión de cerrar o vender negocios que son rentables. La lógica es muy sencilla: cuando se necesita enfrentar compromisos financieros que limitan la disponibilidad de recursos, deben enfocarse en lo más rentable para tratar de asegurar la viabilidad financiera de la empresa; en otras palabras, invertir en una nueva refinería a lo mejor va a resultar rentable, pero el dinero estaría mal invertido si dentro de la compañía hay posibilidades de mayor rentabilidad.
Si Pemex tuviera recursos ilimitados, seguramente las voces que cuestionan la decisión serían mucho menos, pero tan no tiene que están saliendo de los recursos del Gobierno federal en vez de ser destinados, en la actual coyuntura, a salvar de una posible quiebra en el futuro inmediato, no con dádivas sino con crédito y postergación en el pago de impuestos, a empresas privadas.
Cuando hablo de posibles quiebras, me refiero a la respuesta que dio López Obrador al Consejo Coordinador Empresarial, el cual sugiere elaborar un plan para minimizar el impacto económico en las familias y lograr la reactivación del país.
"Si hay una quiebra de una empresa, pues que sea el empresario el que asuma la responsabilidad o los socios o los accionistas, porque el Estado tiene que proteger a todos y no actuar otorgando privilegios para nadie", dijo nuestro líder en la mañanera del jueves 7 de mayo.
Hay voces que piden, si no cancelar, al menos poner en pausa los grandes proyectos de Andrés Manuel López Obrador. Aunque es claro que no son proyectos que deben estar en función de variables de corto plazo, las variables económicas de mediano y largo plazo en la que se sustentan han cambiado considerablemente.
En cuanto al aeropuerto de Santa Lucía se espera que pasen varios años para volver a los niveles de tráfico que se tenían el año pasado en la Ciudad de México. En cuanto al turismo que va a utilizar el Tren Maya, la situación también se ve cuesta arriba, y en la refinería la demanda tardará meses en recuperarse.
Sin mayores problemas podrían postergarse manteniendo su conclusión en este mismo sexenio. Pero, en la lógica de nuestro líder, estos tres proyectos son de los generadores de empleo que van a sacar adelante a nuestro país "rápidamente", posiblemente en vez de postergarlos acelere su ejecución para generar más trabajo en sus zonas de influencia.
Volviendo al tema de la refinería y más allá de si es o no la mejor decisión financiera para Pemex y económica para México, creo que la construcción de la refinería tiene dos fines muy claros.
Uno, electoral, que es poder bajar el precio de la gasolina al tener el control de todo el proceso. Si lo dicho por nuestro líder esta semana es cierto (que el precio actual del petróleo es suficiente para cubrir sus costos de extracción) entonces el nivel actual de precios de la gasolina sería el que prevalecería con la nueva refinería, salvo que ahora sí baje los impuestos a la gasolina que en este gobierno han sido los más altos, al menos de los últimos tres sexenios. Actualmente, tan sólo el IEPS es de 5.74 pesos por litro de gasolina regular.
Y otro mucho más loable: generar empleos permanentes en su natal Tabasco, no importa que sea a costa de la pérdida de empleos en el resto del país, a nadie se le puede acusar de amar la tierra que lo vio nacer.
Por esas dos razones, creo que lo prudente sería llamar a Dos Bocas “Refinería Andrés Manuel López Obrador”, para recordar que él sí cumple sus compromisos y que ama a su tierra.
¡Hasta la próxima semana!
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