- El presidente se confronta y hace imposible la formación de un frente común contra la enfermedad
- Se debilita su popularidad// Los errores y aciertos repercutirán en las elecciones del 2021
- El gobierno del estado ha manejado bien la contingencia.
El presidente Andrés Manuel López Obrador está siendo sometido a fuerte presiones y críticas. En medio de la tormenta provocada por la crisis sanitaria, empresarios, intelectuales, analistas, gobernadores, partidos políticos y medios de comunicación están poniendo en duda su capacidad para manejar la emergencia. Le reprochan lo tardío y errático de su actuación frente a la pandemia. El desgaste que está sufriendo el presidente empieza a reflejarse con síntomas de desconfianza y rechazo entre la población.
El primer mandatario se ha dedicado a crear un ambiente de confrontación y encono que dificulta la cooperación entre gobierno y sociedad. En vez de llamar a la unidad nacional para enfrentar la catástrofe se ha dedicado a descalificar a los que lo critican. Es muy característico de su personalidad que cuando se siente amenazado o acorralado se radicalice, se muestre intolerante e incluso paranoico; su discurso se torna hosco. Ante los reclamos, AMLO elige envenenar el diálogo político. Es frecuente observar en las conferencias “mañaneras” sus desplantes contra sus detractores. En especial con los empresarios ha sido muy descortés. Los ningunea e injuria. Para AMLO los dueños del capital son insensibles y corruptos.
Ante las humillaciones, los dueños del dinero han optado por formar un frente común que está proponiendo iniciativas para proteger la industria, el comercio y los empleos. Al mismo tiempo los más radicales y ofendidos están haciendo un llamado a la sociedad para organizarse y aprovechar que en marzo de 2022 se llevará a cabo un primer ejercicio de referéndum (revocación o confirmación de mandato) para echar del poder al tabasqueño.
Errores y aciertos repercutirán en las elecciones del 2021.
Los dirigentes y gobernantes de los distintos partidos políticos están conscientes de que del manejo que hagan de la actual crisis sanitaria dependerá una buena parte el éxito o fracaso de sus proyectos en las elecciones de 2021. El buen manejo de la crisis puede fortalecerlos frente a los procesos electores del próximo año o, por el contrario, desacreditarlos y hundirlos.
La pandemia está sacando a la superficie lo mejor y lo peor de la clase política. Por ejemplo, algunos gobernadores han actuado con sensibilidad, responsabilidad y eficacia ante la temible enfermedad. Tal es el caso de los gobernadores de Jalisco, Chihuahua y San Luis Potosí. Otros lamentablemente están siendo indolentes, irresponsables, incluso patanes, como el caso del gobernador de Puebla.
Aquí en San Luis Potosí Juan Manuel Carreras ha tomado a tiempo decisiones responsables para mitigar los peligros que acompañan a la pandemia. No ha subestimado el tamaño del riesgo. Le ha entrado de frente a la prevención y atención de la emergencia.
Antes de que el gobierno federal diera a conocer sus medidas para contener y revertir los estragos causados por el mal, Carreras López anunció el 28 de marzo decisiones de política pública por un monto de tres mil 200 millones de pesos encaminadas a proteger a la población; suspendió temporalmente el pago del impuesto a la nómina y al hospedaje, está otorgando financiamientos blandos a las micro, pequeñas y medianas empresas, hay apoyos para los prestadores de servicios turísticos y ayuda alimentaria para la población que padece pobreza y marginación. Se ha reunido con los presidentes municipales para coordinar esfuerzos y enfrentar en equipo los efectos del coronavirus.
Asimismo a través de la Secretaría de Salud instaló las “Unidades Centinela” en las cuatro zonas del estado para enfrentar la inminente Fase 3 de la enfermedad y entregó ambulancias equipadas para atender el traslado de los enfermos a los hospitales.
También convenció a los poderes legislativo y judicial y a los órganos autónomos, para que redujeran sus gastos en $900 millones de pesos, dinero que será destinado a combatir los daños que el coronavirus cauce a la salud y economía del estado.
Del mismo modo tomó la decisión de congelar los sueldos de los funcionarios de primer nivel, suspender contrataciones de personal por honorarios, recortar el gasto en comunicación social y cancelar viáticos para viajes al extranjero.
Cierto que los peligros más atroces están por llegar, pero por lo menos los potosinos tenemos la certeza de que hay un gobierno estatal socialmente responsable.