Ciberacoso// Extorsión en línea// Uso de imágenes de contenido sexual sin consentimiento//Daños a la dignidad y estabilidad emocional de las personas.
A Esmeralda, joven universitaria de 21 años, le robaron su celular en un centro comercial. El ladrón, al revisar el contenido de las imágenes guardadas en la memoria del aparato, encontró fotografías eróticas y un vídeo de actividad sexual de la estudiante.
El rufián olfateo la oportunidad de sacar provecho de este comprometedor material. Su mente criminal decidió ganar dinero extorsionando a Esmeralda.
Le mando mensajes privados por Facebook para pedirle dinero a cambio de no publicarlas. Ella, en principio, se negó a ser chantajeada. El psicópata insistió en sus demandas subiendo el volumen de sus amenazas. La universitaria no dio su brazo a torcer.
Entonces el extorsionador decide ponerlas en línea y etiquetar a su víctima. El efecto sobre la vida de Esmeralda fue devastador. Los usuarios de las redes sociales empezaron a insultarla y a condenarla: “Te lo buscaste” “Eso te sacas por ser de cascos ligeros”, fue lo más amable que le dijeron.
Ella, desesperada, denunció ante las autoridades y solicitó a las plataformas digitales que retiraran y bloquearán el material erótico y sexual. Pero la respuesta fue muy lenta y mientras tanto su caso se hizo viral.
Otro caso.
Raquel confiesa llena de culpa y vergüenza su terrible historia: “Reconozco que fui yo quien permitió que me tomara algunas fotografías cuando estábamos desnudos. Incluso tuvimos videollamadas eróticas que él grabó, pero yo no sabía que lo hacía. El me atraía y se ganó mi confianza. Éramos novios y todo parecía ir sobre ruedas hacia el matrimonio. Yo estaba muy enamorada. Pero luego todo empezó a cambiar. Él me mostró las fotos y grabaciones y empezó a pedirme favores económicos. Como yo ganaba bien acepte y le entregué algunas cantidades de dinero. Pero luego sus exigencias aumentaron considerablemente. No siempre podía darle lo que me pedía así que empezó a amenazarme con publicar todo el material en las redes sociales. ¡Ha sido un infierno!, estoy atrapada en un callejón sin salida, no sé qué hacer. Todo el amor que sentía por él se ha convertido en resentimiento y miedo, ¡mucho miedo!
Magdalena era amenazada de muerte por su esposo.
La violencia llegó cuando ella le pidió el divorcio.
Su matrimonio no funcionó. La violencia, la obsesión por dominarla y los celos enfermizos lo destruyeron todo. Él quería siempre controlarla. La vigilaba. Cuando salían de compras ella tenía que caminar a no más de dos metros de distancia de él. La obligaba a entregar todos los recibos de las compras que hacía. No le permitía tener amigas. Le exigía la contraseña de su celular. Revisaba los mensajes que le enviaban sus amigos por Facebook. Con perfiles falsos, la insultaba y amenazaba.
Magdalena ya no pudo más y decidió abandonarlo. La reacción de su marido fue violenta. La amenazó de muerte. Le ordenó volver al hogar.
Ella al principio se refugió en casa de sus padres. Pero luego tuvo que salir de su municipio de origen y esconderse en otro estado de la república por temor a perder la vida a manos de su marido.
El caso de Olimpia Coral Melo, se convirtió en bandera de lucha para castigar penalmente la violencia digital.
Cuando tenía 18 años Olimpia fue víctima de la más indigna violencia de género de parte de quien fuera su novio.
Era el año 2013 cuando en su natal Huachinango, Puebla, se difundió un vídeo íntimo de contenido sexual sin su consentimiento. El morbo que desató este material provocó que se compartiera miles de veces primero en su lugar de origen y luego a nivel nacional.
Ella se encerró en su casa a piedra y lodo para escapar de las burlas y el linchamiento mediático.
Pasaron muchos meses antes de que Olimpia pudiera comprender que no era culpable de lo que había pasado. Ella, como miles de mujeres en México, había sido víctima de una agresión digital.
Pero entonces de armó de valor y con toda dignidad comenzó a fundar un movimiento político para exigir que las agresiones hechas a mujeres a través de medios digitales o telemáticos se tipificara como delito.
Surge el Frente Nacional por la Sororidad, movimiento mayoritariamente encabezado por mujeres que se dio a la tarea de promover la llamada Ley Olimpia.
Para estas activistas defensoras de los derechos humanos la violencia de género digital es toda aquella agresión psicológica que realiza una persona a través de las nuevas tecnologías de la comunicación como el correo electrónico, los sistemas de mensajería WhatsApp o las redes sociales, contra su pareja o ex pareja de forma sostenida y repetida en el tiempo, con la única finalidad de discriminar, dominar, extorsionar o entrometerse, sin consentimiento, en la vida privada de la víctima.
La Ley Olimpia ya ha sido aprobada en 15 estados de la república y en San Luis Potosí está por ponerse a consideración de los diputados locales. Es todo un misterio saber en este momento si se aprobará o no ésta iniciativa.
La próxima semana ampliaremos el análisis de este tema.