- Las leyes parecen proteger más a los criminales que castigarlos.
En esta época el peor pecado es haber nacido mujer. Tal pareciera que existe una ley de exterminio en contra de nuestro género, pues el índice que han alcanzado los feminicidios a nivel Nacional es alarmante.
Pero es alarmante para quienes somos mujeres o tenemos hijas, porque para los gobiernos y funcionarios encargados en repartir la Ley, esto pasa sin pena ni Gloria.
Tal pareciera que se ha desatado una pandemia de asesinatos contra las mujeres, a quienes no basta con violarlas, si no, hay que matarlas, para que el energúmeno quede con su sed saciada, no importa la edad.
Hemos visto en las noticias cómo desde los meses de nacida, hasta las de tercera edad, te violan. Aquí el delito es ser mujer.
Pueden existir muchos factores como el machismo, el excesivo contenido de pornografía en las redes sociales y en los puestos de revistas, las drogas, el alcohol, y hasta la música moderna, en donde la mujer toma todos los papeles, menos el de humano.
Pero bien es cierto que en nosotros como padres, está el fomentar los valores que se van perdiendo y que de vez en cuando, la chancla voladora de nuestra época debería de aparecer, para aquietar a nuestros hijos.
En tanto, mientras las autoridades no apliquen las Leyes sin miedo y dejen de estar solapando a delincuentes, éstos no tendrán miedo de violar y matar, porque simplemente saben que así como entran salen de la cárcel.
Tal vez, solo tal vez, podría irse valorando la pena de muerte, así, haber sí por lo menos, el hecho de haber nacido mujer no fuese un pecado que se tenga que pagar con la muerte.
Pero hasta por ser mujer y defender a los hijos, pagas con cárcel. Es increíble que mientras violan y matan, no haya justicia para tu cuerpo aún después de muerta; más bien revictimizar a la víctima, pero si defiendes a tus hijos, y matas a quien ultrajo a una de ellas, entonces, sí hay justicia para el delincuente.
Ojalá señores Magistrados, señores encargados de aplicar las Leyes, no sea el día de mañana una de sus hijas, nietas, esposas, hermanas, sobrinas o quizá una madre, la que sufra estos ataques. Acuérdense que nadie sabe lo que le toque vivir.