En el tenebroso y exclusivo círculo en el que se mueve la clase política potosina las elecciones de 2021 ya comenzaron. Ya se habla de aspirantes, alianzas y probabilidades. Las distintas fuerzas políticas se están moviendo.
Esta agitación provoca la impresión de que son prematuros los movimientos tácticos encaminados a tomar ventaja, pero no es así. Los líderes de partidos y aspirantes a candidatos saben que tienen que actuar con base en un plan estratégico para incrementar sus probabilidades de éxito. Si se duermen, les comen el mandado.
Hay que recordar que el día de las votaciones será el primer domingo de julio de 2021, pero la ley electoral de nuestro estado establece que el proceso comienza en el mes de septiembre de 2020, es decir, un año antes. Esto explica la fiebre que domina la mente de los “Tapados” y sus equipos.
Morena, el Verde y los Gallardo, probable alianza.
En la iniciativa de promover alianzas el primero en dar un paso al frente ha sido el Partido Verde Ecologista de México. Fiel a su naturaleza mercenaria el Verde decidió dar por terminada su alianza con el PRI para ponerse al servicio de Morena.
Si se admite que en política lo que domina es el pragmatismo y que lo cotidiano es “el pacto con el diablo” se puede entender, aunque no justificar, la conducta de este partido que ni es verde ni es ecologista.
En sus cálculos de costo-beneficio para las elecciones de 2021 los verdes están convencidos de que una alianza con Morena en San Luis Potosí los puede mantener pegados a las ubres del poder.
El principal operador de este proyecto es Manuel Barrera, ex diputado de triste memoria.
El distinguido integrante de la “Ecuación Corrupta” tiene compromiso con dos aspirantes: Ricardo Gallardo Cardona y Cándido Ochoa Rojas.
La evidencia de que Barrera ya está jugando se manifestó en la entrega que realizó de la franquicia potosina del Partido Verde a los Gallardo.
Es del dominio público que a través de Manuel Velazco, ex gobernador de Chiapas, hoy convertido en uno de los principales aliados del presidente López Obrador, los Verdes firmaron un pacto de sumisión con Morena para ir juntos en las próximas elecciones. San Luis Potosí está en el paquete negociado.
El partido del tucán podría aportar al candidato de Morena por lo menos un 5% de la votación total que se emita en la elección de gobernador en 2021. Este capital político traducido en votos no es nada despreciable si se toma en cuenta que en las dos últimas elecciones de gobernador el ganador obtuvo la victoria por menos de 4 puntos porcentuales respecto de su más cercano competidor.
Si a este porcentaje se suma la aportación del movimiento gallardista que en el peor de los escenarios podría contribuir con un 10 por ciento de la votación total, el proyecto se vuelve atractivo.
Así que la apuesta no es del todo absurda, al margen de la promiscuidad que se comete y de los principios que se sacrifican.
¿Y qué pensarán los morenos de pura cepa y los ciudadanos de a pie?
Para ser exitosa una maniobra como ésta tendrá que pasar por tres filtros. El primero es el de los militantes radicales de Morena que por lo visto se oponen. El conflicto ya fermenta en las entrañas de Morena por la presunta alianza y no es posible estimar en este momento que va a pasar.
El segundo cedazo es el de los ciudadanos sin partido que por lo general tienden a votar por la persona y su historia de vida, más que por los partidos. Entre estos votantes, el Verde y sus nuevos dueños, los Gallardo, despiertan recelos y rechazo.
Por último existe un tercer filtro, el más importante y definitivo, la opinión del presidente López Obrador, líder único e indiscutible de Morena.
Cuando el presidente tenga que palomear al candidato a la gubernatura para San Luis Potosí tendrá que considerar no solo la rentabilidad electoral del suspirante, también influirá en su decisión, y mucho, que el elegido haya dado testimonio público de que comparte, respeta y encarna los valores que dieron origen al partido-movimiento que él fundó. Principalmente en lo que tiene que ver con cero antecedentes de corrupción.
Así que, la moneda está en el aire.