Dice la vieja conseja popular que: “Si la basura recogemos, nueva vida sembraremos”.
Y en la semana que terminó, nos lo vinieron a enseñar haciendo, un grupo de Maestros jubilados, si, lo escribo con mayúscula y en negrillas, porque son de los que deberás enseñan, que nos visitaron con motivo de un encuentro deportivo, al término del cual se fueron a recorrer nuestra plaza de armas.
Encontrándola según sus propias palabras; “muy bonita, con una fuente preciosa y unas vistas al rio fenomenales”. “Pero sucia, plagada de prostitución, teporochos durmiendo la mona, una fuente que en lugar de agua, danza en su cuenco la basura, además la vista está obstruida por una vendimia de pseudo artesanos, que solo ayudan a incrementar la basura”.
Nuestros profesores visitantes, al ver nuestra plaza en tal estado, decidieron organizar al día siguiente una jornada de limpieza.
Poniendo manos a la obra barrieron y pintaron de blanco algunas bancas, retiraron basura de la fuente, pero sobretodo nos dejaron su ejemplo, mismo que a la autoridad y a la mayoría de los vallenses nos ha servido para lo mismo que se le unta al queso.
Pero por fortuna uno de los educadores que invito a nuestros Maestros visitantes, el Profesor Carmona, disculpe profe que no lo mencione por su nombre propio, pero por desgracia lo ignoro, organizó a grupos de estudiantes para continuar la labor de pintado de bancas.
Pero por desgracia en este fin de semana largo, en que nuestro Valles se ve de nueva cuenta atiborrado de visitantes, nuestra plaza sigue exhibiendo sus mismas virtudes; basura por doquier, la fuente seca y mugrosa, las prostitutas ofreciendo sus carisias, los teporochos durmiendo la mona, la contaminación visual y de basura que realizan los pseudo artesanos y obscura por la noche.
Y si me apuran amigos lectores tenebrosos, hay quienes piensan que el piso de la plaza es de tierra, pues como ya hace bastantes ayeres que no se lava, el color tierra ha desplazado al rojo original de los mosaicos.
Por desgracia nuestras autoridades municipales, no vieron, ni quisieron ver la enorme enseñanza de que fuimos objeto.
Quizás no vieron, porque es difícil ver lo que no se visita, nuestro alcalde no despacha en sus oficinas del palacio municipal, y rara vez se hace presente por los rumbos de la que debiera ser su cotidianidad, quizás por eso es comprensible que ya no solo la plaza es un muladar, sino que el propio edificio del palacio municipal se ha convertido en una gigantesca telaraña, donde han instalado su hábitat un sinfín de arácnidos, dando una imagen de suciedad y descuido a la casa del pueblo.
Vivir en una ciudad limpia, ordenada, sin ruidos molestos y con áreas verdes bien cuidadas, es de crucial importancia porque aportan a la calidad de vida a los vecinos, es decir a su salud física, mental y espiritual.
La limpieza pública, el recojo de basura y su tratamiento final es el más sensible (o insensible) a la población y la que más se exige a la institución municipal, encargada por ley a atender estos servicios, y a la que muy poco contribuimos los ciudadanos en Valles, pues recordemos; que limpio no es quien limpia más sino el que menos ensucia.
Tenemos que reconocer que los vallenses poco aportamos a la limpieza, somos poco solidarios con los demás, tiramos basura dondequiera, no esperamos que pase el camión de la basura a determinada hora para poner nuestras bolsas para su recolección, pues si ya sabemos que el camión pasa por nuestro rumbo a las 19:00 horas, ponemos nuestras bolsas desde tempranas horas, sin importarnos que los lixiviados y los olores perjudiquen a los demás.
El problema no termina con el mea culpa que deberíamos hacer los ciudadanos; mucho del status quo existente, es por la falta de cultura de la ciudadanía, que arrojar basura en la vía pública, de no respetar horarios del camión recolector, es por la irresponsabilidad de los vecinos, con actitudes y conductas que lamentablemente son pasadas a las nuevas generaciones.
El problema de la limpieza pública y sus actividades conexas no es sólo responsabilidad municipal; lo es también de los propios vecinos, en su mayoría acostumbrados (o mal acostumbrados) a eximirse de culpa por tener una ciudad sucia y maloliente, y en latente peligro de ser afectados por alguna epidemia.
La formación o deformación de una cultura del aseo y respeto al medio ambiente pasa por la crianza en casa y el refuerzo en la institución educativa; pasa por fortalecer valores como el respeto a la vida y el medio ambiente, la higiene como forma de vida, el cuidado del medio ambiente como misión personal y colectiva.
En buena cuenta, una ciudad limpia y ordenada es tarea de todos y exige acciones concertadas entre municipalidad, instituciones educativas (escuelas, institutos, universidades), la empresa privada, otras instituciones y demás organizaciones de la sociedad civil, cada cual en su competencia, pero concertando acciones para dar soluciones integrales y sostenibles, en bien de los vecinos y su calidad de vida (lo que nos enseñaron nuestros visitantes).
La cantidad de basura y desaliño que advertimos en la plaza de Valles es muy grande y preocupante.
Y suma a nuestra desgracia la falta de contenedores para depositar la basura en la plaza, concentración masiva de puestos de pseudo artesanos que deja sus rastros en desperdicios de todo tipo, amén de que los equipos municipales de servicios públicos de limpia brillan por su ausencia, sumemos como ya lo dijimos; la indolencia, incultura y dejadez de los vallenses.
Sr. Presidente Adrián Esper, un espacio con desorden y basura es percibido como que no hay personas cuidando ese lugar. Así, si un municipio tolera el desorden sobre todo en su principal espacio público, producirá un ambiente más propicio al crimen.
Estas formas de desorden pueden servir como señales a los criminales de que los delitos no serán ni denunciados ni controlados, es decir, que nadie está a cargo, y que una constante presencia de basura en la plaza envía una señal de que a nadie le importa el lugar y es una entrada para el delito. Y prueban lo anterior la prostitución y el alcoholismo que campean en la plaza.
Sr. Presidente, somos muchos los vallenses que esperamos de usted que rectifique, regrese a atender a sus oficinas de palacio, esto lo obligara a transitar por el centro, visualizar nuestra plaza y nuestro palacio, porque recuerde que nadie quiere lo que no conoce. Una ciudad turística como a la que Usted aspira a construir, requiere forzosamente de una plaza de armas; limpia, ordenada e iluminada, coronada de un palacio municipal que siempre luzca hermoso.
Por lo demás, recuerde amigo tenebroso. Usted tiene siempre la mejor opinión.