Hay una feroz guerra de tribus en las filas de Morena. Dos grandes bloques de fuerzas combaten despiadadamente provocando la impresión de que en este partido imperan la división y el encono.
De un lado el grupo de Gabino Morales Mendoza, el súper delegado del gobierno federal y por el otro, el del presidente estatal de Morena, Sergio Serrano Soriano aliado con el senador Primo Dothé.
Esta división se manifiesta en el grupo de diputados y diputadas locales que feliz y apasionadamente se suman a los episodios de confrontación originados por las élites morenistas.
Desde hace semanas somos testigos de un combate brutal entre camaradas de un mismo proyecto, el de la Cuarta Transformación (4T). Todos aportan su dosis de veneno en estos desencuentros.
El instinto de destrucción domina la mente de los principales líderes de Morena y la del súper delegado Gabino Morales. Pareciera que están poseídos por un espíritu demoniaco que los incita al exterminio. No se dan cuenta del enorme daño que están provocando al proyecto de Andrés Manuel López Obrador. Ellos, que representan en San Luis Potosí el “cambio verdadero”, se han convertido en sinónimo de problemas.
Muchos electores que votaron por Morena empiezan a pensar que estos personajes potosinos no están a la altura de los desafíos que debe enfrentar el gobierno de Andrés Manuel López Obrador.
Con su comportamiento conflictivo dañan profundamente la imagen del partido que lleva apenas unos meses en el poder. Dejan la impresión de ser actores políticos inmaduros e inexpertos.
Los morenistas protagonizan una guerra entre hermanos que utiliza como armamento los más bajos recursos de la política. Intrigas, conspiraciones, acusaciones vergonzosas de hostigamiento sexual, presunta malversación de dinero en su partido, voracidad para apropiarse del tesoro del Congreso, violencia política contra las mujeres, prácticas antidemocráticas para tomar decisiones, incongruencia y traición a los principios.
Pronto se les olvido a los de Morena la consigna de: No Robar, No Mentir, No engañar.
Veamos un ejemplo.
Los legisladores potosinos de Morena no han querido bajarse el sueldo ni renunciar a otros privilegios como gasolinas, viáticos, vehículo oficial y compensaciones. Simulan que practican la austeridad republicana. Así lo denunció hace unos días la ex oficial mayor del Congreso del estado Marcelina Oviedo quien es militante de Morena. Por estas acusaciones y por negarse a ser cómplice de los chanchullos de los diputados la echaron a la calle.
Antes de irse por la puerta de atrás Marcelina Oviedo hizo revelaciones muy preocupantes que desnudaron el espíritu rapaz de los legisladores que integran la Junta de Coordinación Política (JUCOPO). En pocas palabras los acusó de haber convertido al Congreso del estado en una cueva de Alí Babá y de ser unos traidores a la Patria. No se le escapó ni el coordinador del grupo parlamentario de Morena el joven Edson Quintanar.
En desquite por esta descobijada Marcelina Oviedo fue destituida de manera fulminante. De nada sirvió la defensa que intentó el presidente de Morena Sergio Serrano Soriano quién en un acto desesperado acudió el jueves 7 de marzo a la sede del poder legislativo a tratar de impedir el despido. Lo que si logró ese día Serrano fue un fuerte reclamo de Edson Quintanar quien le exigió dejar de meter las manos en el Congreso y no provocar más divisiones en el partido.
Un día sí y otro también los líderes de Morena nos brindan un espectáculo denigrante.
Las conspiraciones y calumnias contra Gabino Morales de hostigamiento sexual, violencia política y discriminación son diseñadas y organizadas por sus propios compañeros de partido. Pero Gabino que es un gallito de pelea no se deja y su contraofensiva es brutal y causa estragos en el presidente de Morena, Sergio Serrano.
Y mientras tanto el senador Primo Dothé Mata conspira desde las sombras para provocar la caída de Gabino Morales con la intención de quedarse con todo el control de Morena en el estado.
Conclusión: El Movimiento de Regeneración Nacional es hoy en San Luis Potosí una Torre de Babel y un cruento campo de batalla.