- Por primera vez en su sexenio, vemos a un Andrés que no ha logrado tejer una narrativa que le de el giro en favor de su gobierno, de él, al hecho de que "El Mayo" esté preso en Estados Unidos.

Por Juan Palacios
Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

Durante los últimos días, desde que las autoridades estadounidenses tienen en su poder a Ismael “El Mayo” Zambada, hemos sido testigos de un espectáculo inédito en las mañaneras: un Andrés Manuel que no ha logrado encontrar la forma de encuadrar en su cosmovisión tan particular, este hecho, debido a lo cual se ve perdido, extraviado, pensativo. Quizá absorto en lo que podría significar para su futuro. No ha encontrado el Spin, como dicen los enterados.

Desde 2018 hemos sido testigos de cómo, día tras día, Andrés Manuel, desde su púlpito particular, con todo el poder que el espacio conlleva, alimenta una cosmovisión a la que llama “Cuarta Transformación”, pero que en realidad es su personal modo de explicar el mundo para consumo de sus seguidores, ahora vemos que no tenía todas las respuestas para cualquier tipo de situación. O quizá estemos presenciando que cuando creía tener todas las respuestas, le cambiaron las preguntas.

Otros datos, verdades mezcladas con medias verdades o mentiras completas, o simplemente su palabra desafiante, aquél “no somos iguales”, acudían a sus diarias homilías y así daba forma a un universo simplificado, con frases fáciles de recordar y pareados sin contenido pero pegadizos.

Genaro García Luna y Felipe Calderón ocuparon buena parte de ese universo junto a varios comunicadores. No había excusas, el presidente era omnisciente, lo sabía todo de todo, por ello no era creíble que si el exsecretario de seguridad del sexenio calderonista estaba involucrado con los narcotraficantes, el expresidente no se hubiera enterado.

Una cosmovisión que todo lo explicaba, que no dejaba nada al azar, en la que no había coincidencias, lo que parecía, era. pero ahora el juego parece que es otro, muy diferente y al parecer las reglas también.

Por primera vez en su sexenio, vemos a un Andrés que no ha logrado tejer una narrativa que le de el giro en favor de su gobierno, de él, al hecho de que un narcotraficante que eludió durante 50 años la justicia en nuestro país esté preso en el vecino país del norte.

Intentos por lograr el spin deseado no han faltado, se quiso decir que es tanto el miedo que “El Mayo” tenía al cambio en el Poder Judicial que prefirió entregarse a los norteamericanos antes que enfrentar a los jueces de Andrés. Una versión que ni siquiera entre sus más cercanos colaboradores prendió, ya que no coincide con el paradigma cultivado por la propia 4T, léase AMLO, durante su sexenio.

El caso es que una actitud como la que está teniendo el presidente puede resquebrajar su narrativa tan cuidada durante estos años, la cosmovisión compartida por sus seguidores no tiene por el momento algún espacio, o alguna frase por lo menos, para explicar cómo es que Estados Unidos pudo ubicar y extraer del país a “El Mayo”, o peor aún, qué pasará en caso de que este se haya entregado y se convierta en testigo protegido, hay que recordar que en un juicio, como el de García Luna, ante jurados predispuestos a creer lo que sea, pudieran no necesitarse pruebas para involucrar a funcionarios de este y otros gobiernos.

Por primera vez en años Andrés no ha podido siquiera esbozar un ¡Amén!, o por lo menos decir que él tiene otros datos.