- AMLO ha desatado el terror imponiendo actos dignos de un dictador fascista.

- Mientras roba el último fondo disponible se dota a sí mismo de poderes metaconstitucionales para anular a la oposición.

Por Efraín Klériga
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México está a punto de arder, el presidente Andrés Manuel López Obrador ya está preparando la hoguera en los frentes electoral, ciudadano, económico y constitucional, incluso ha azuzado un pleito con Ecuador, que bien ha exhibido su compadrazgo con los castrochavistas.

En su cortoplacismo e ignorancia de la realidad, piensa que puede atropellar el derecho de los ciudadanos y salir sin un solo raspón, conservando el poder y el dinero que, sin duda, ya ha sustraído de las arcas nacionales para asegurar su pensión y en su caso, el exilio.

Tras de dotarse a sí mismo de poderes metaconstitucionales mediante sus porros y autómatas legislativos, ha comenzado una persecución política y legal en contra de la contendiente presidencial de la oposición, Bertha Xóchitl Gálvez Ruiz, quien va ganando terreno.

También intenta acorralar a la ministra presidenta del Poder Judicial, Norma Lucía Piña, no sólo para defender a su compinche Arturo Zaldívar, quien ejecutó ordenes que llevarían a prisión a ambos, también para que el macuspano logre el poder absoluto que anhela.

Siguiendo la ruta de Maduro, Ortega, Díaz Canel o Vladimir Putin, López Obrador intenta ganar las elecciones dejando a la oposición sin candidata, y el primer paso ha sido quitar la suspensión provisional del Derecho de Amparo, para encarcelar y sacar a Gálvez de la contienda.

Es por ello que nunca ha denunciado las represiones e ilegalidades contra los opositores en Nicaragua y ahora en Venezuela, y tampoco las de Rusia, porque tras dar un Golpe necesitaría a aliados que lo arropen en contra de Estados Unidos.

Al quitar la suspensión provisional del Juicio de Amparo, podría encarcelar a Xóchitl con apoyo del Fiscal Carnal, y no tropezaría con una suspensión provisional que frenaría el proceso acusatorio al menos para celebrar los comicios y mandar a López a La Chingada.

AMLO sabe algo que los encuestadores ignoran y que sólo aquellos que han aplicado la lógica y la matemática en lugar de las encuestas han pronosticado, y es que Claudia Sheinbaum no ganará la presidencia y no sólo se desplomará en los templetes, también en las votaciones.

Ahora habrá que ver que tan rápido actúa la Corte para echar abajo, mediante las controversias constitucionales ya iniciadas, los cambios anticonstitucionales a la Ley de Amparo y a la Ley de Amnistía, empujados por los porros legislativos de Morena y ya publicados y vigentes.

Es claro que el sainete con Ecuador y las reformas a la ley de los Afores, son cortinas de humo para poder dotar a López Obrador de poderes metaconstitucionales que le permitan encarcelar a quien sea, quitarles sus bienes o liberar a delincuentes dispuestos a asesinar a quien sea.

También es claro que el macuspano, hombre muy enfermo de la cabeza, intenta que todos en Morena, incluyendo a su “corcholata”, se hinquen y le rindan pleitesía y hagan una defensa a ultranza de él y tilden de aciertos todos los errores en energía, ecología, salud, educación, etcétera.

Quienes pensaban que en aquellas declaraciones de que su fuerza moral estaba por encima de la ley o que cuando se equiparaba a Cristo, Gandhi o Juárez, eran humoradas, ahora pueden constatar que el macuspano se siente realmente un Mesías que nunca se equivoca.
Así, últimamente quien menos ha ayudado a su corcholata, la comunista pequeñoburguesa Sheinbaum, es el propio López Obrador, quien seguramente pensó en ella como un Pascual Ortiz Rubio o un Ramón Corral, que lo mantendría como eminencia tras el poder sin chistar.

Una caricatura política de 1932 dibujaba a Ortiz Rubio sobre Castillo de Chapultepec diciendo “Yo mando, y a Plutarco Elías Calles sobre una lancha el Lago diciendo: “Y yo remando”, y ese, no otro, es el segundo piso o “Plan C”.

De alguna forma López Obrador ha convertido en porros abyectos a Ricardo Monreal y Marcelo Ebrard, y ahora al parecer piensa que debe arrodillar a su candidata o sacarla de la contienda, quizá, hasta por la vía más violenta en caso de que comience a caer en las encuestas reales.

Hoy ya es innegable que el macuspano intenta convertir a México en una república bananera con un gobierno fascista disfrazado de socialismo, al estilo del de sus amigos Nicolás Maduro, Miguel Díaz Canel, Daniel Ortega, y el aún en proceso, Gustavo Petro.

Las características de los fascismos castrochavistas ya son realidad en México: Militarización de la vida institucional, recorte e irrespeto a los derechos humanos de los gobernados, super poderes presidenciales, la corrupción rampante y el nexo con la Delincuencia Organizada.

El rumbo incluye dotarse de poderes metaconstitucionales, acabar con el Poder Judicial, dominar a los empresarios que no acepten subordinarse en un capitalismo de cuates, y por ello ya comenzó a golpear la propiedad privada, y envenenar el proceso electoral.

Ni duda cabe que muy pronto los mexicanos bien nacidos vamos a tener que salir a las plazas e iniciar acciones de desobediencia civil, porque en Palacio Nacional hay un dictador genocida que está próximo a quedarse con todo lo que pueda, especialmente la Presidencia.