En opinión del que esto escribe, el problema más grave que enfrentamos en México, es que no hemos tenido desarrollo económico, fenómeno que se manifiesta en la terrible desigualdad social que padecemos y se revela con toda su crudeza en que poco más menos el 46% de la población se encuentra bajo la línea de la pobreza, entendida ésta, no desde las variables que se evalúan en las estadísticas oficiales, sino desde el punto de vista en que lo define la Real academia de la lengua.

"La pobreza es una situación o forma de vida que surge como producto de la imposibilidad de acceso o carencia de los recursos para satisfacer las necesidades físicas y psíquicas básicas humanas que inciden en un desgaste del nivel y calidad de vida de las personas, tales como la alimentación, la vivienda, la educación, la asistencia sanitaria o el acceso al agua potable".

Quienes han gobernado este país en los últimos años, han privilegiado el crecimiento económico al que han denominado falazmente como desarrollo, lo cual es al menos tramposo y engañoso, pues el crecimiento implica que el país cada vez posee más ingreso, es decir hay un mayor flujo de recursos, pero no se hace el análisis de la distribución de esos recursos entre la población.

El crecimiento es una variable cuantitativa, mientras el desarrollo económico es cualitativa, pues nos muestra la calidad de vida de la población.

Esta disonancia se comprende mejor, cuando leemos que México ocupa la posición 15 entre las economías más grandes del mundo y la segunda entre los países de América Latina, según cifras del Fondo Monetario Internacional (FMI), es decir somos una de las economías más grandes del mundo.

Pero en el Índice de desarrollo humano (IDH), México se encuentra en el puesto 74. El IDH es un importante indicador que elabora cada año Naciones Unidas.

Se trata de un indicador que, a diferencia de los que se utilizaban anteriormente que medían el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB), es decir el incremento de la producción de un país, el IDH analiza la salud, la educación y los ingresos, no mide la riqueza del país, sino la calidad de vida de su población.

Y las cifras nos revelan nuestra desgarradora realidad: Somos un país rico lleno de pobres.

¿Pero por qué los gobiernos siempre han privilegiado hablar de crecimiento y no de desarrollo?, porque somos una economía rica, que aunque en los últimos años cayó dos lugares en el ranking mundial, seguimos aún considerados en el grupo de las 20 economías más grandes del mundo.

En cambio en el IDH, indicador de muy reciente creación, en el año 2000 éramos el lugar 64 y para el 2017 ya somos el lugar 74, es decir vamos como el cangrejo cada vez somos un país con más pobres.

La historia del México neoliberal se caracteriza desgraciadamente por la acentuación de la pobreza. Según desalentadores datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), de los datos que más destaca en las estadísticas nacionales, es que el 46,2% de la población vive por debajo del umbral de la pobreza, lo que se traduce en 55,4 millones de mexicanos pobres, de los cuales, el 9,5%, unos 11,4 millones de habitantes, sobreviven bajo una situación de miseria.

En los últimos 20 años, la indigencia no se ha reducido, sino que ha tendido a aumentar. Además, en los últimos 10 años han aparecido 9,8 millones de personas más que están viviendo por debajo del umbral de la pobreza.

Pero si en un extremo la miseria se acentúa, en el otro la opulencia se vuelve grosera. Sólo el 1% de los mexicanos poseen el 39% de la riqueza nacional y, un 10% de las familias dispone del 35% de la riqueza, lo que provoca que el país tenga una demanda distorsionada, pues el 60% de las familias apenas posee el 15% de la riqueza nacional.

Por lo que es fácilmente explicable, porque las agencias de autos, las tiendas departamentales y todo tipo de establecimientos de lujo, rebozan de clientes; recuerde que el 11% de la población, aproximadamente 1,300,000 personas son extremadamente ricas, y otros 13,000,000 son ricos, mientras en el otro extremo 55.4 millones de mexicanos son pobres, lo que fácilmente explica la reducida demanda de artículos de consumo necesario y que al ser reducida su demanda tengamos altos precios de alimentos, ropa popular, habitación popular, etc.

Durante los pasados cinco sexenios se quiso combatir la desigualdad a través de la llamada política social, entendida esta como asistencialismo, es decir el gobierno paternalista que regalaba despensas, láminas, medicinas caducadas, apoyos para no producir, pero que eternizaban la miseria de la población, al mismo tiempo que garantizaban una fuente de votantes depauperizados, pero esperanzados en las dádivas a cambio del voto.

Los gobiernos del PRI y del PAN, además de convenir a sus intereses electorales, pensaban que el crecimiento económico generaría desarrollo, pues es lógico que al incrementar la riqueza nacional se incrementaría el bienestar de las personas.

Pero la realidad demostró que esta lógica ranchera no fue cierta, por el contrario, al no haber distribución del ingreso los hogares no compran, si no hay demanda, no hay aliento a la invención y sin inversión no existe empleo y sin empleo no hay bienestar, y que la política de la limosna solo creó más limosneros.

Hoy, el gobierno que encabeza el Presidente López Obrador, anuncia una verdadera política social, pues es una que no está encaminada a la limosna, sino encaminada a mejorar las condiciones de aptitudes laborales de los jóvenes, becando a los estudiantes o becando a otros capacitándolos para el trabajo, y pensionando a todos los adultos mayores aunque tengan algún tipo de seguridad social, también se establecerá un programa de salud para todos.

Esto sí es política social, pues su fin es una inversión para el futuro, pues con una población saludable, educada y capacitada laboralmente, se mejorará la productividad, única fuente de mejoramiento económico de la población. Es suma, el desarrollo económico no es dádiva, exige esfuerzo, productividad.

La economía que heredó el nuevo gobierno se caracteriza por la desigualdad. México no sólo es una sociedad polarizada y desigual, es una nación empobrecida caracterizada por la corrupción, desempleo, subempleo malos servicios de salud, una educación pública caduca y obsoleta que solo fabrica ineficientes e improductivos ciudadanos.

México demanda un acelerado desarrollo económico y un proceso gradual de redistribución del ingreso, a fin de comenzar a revertir las enormes desigualdades y condiciones de pobreza que existen en la actualidad.

El actual gobierno del Presidente López Obrador, a diseñado lo que a mi modesto entender es una política adecuada.

Acelerar el proceso de acumulación de capital e iniciar el restablecimiento del mercado interno, mediante el aumento paulatino de los salarios reales basado en crecimientos paralelos de la productividad laboral y de la productividad total de los factores, con una política social activa que beneficia con instituciones de salud y educación a los estratos medios y bajos de la escala distributiva para permitirles acrecentar su productividad y sus ingresos en el mediano plazo.

En síntesis, se está generando una nueva estrategia de desarrollo, en la cual el abatimiento de la pobreza forma parte de los objetivos de desarrollo económico basado en el consenso social de los mexicanos.Por lo demás, recuerde que Ud. tiene la mejor opinión.