El acosador es un depredador. Una persona narcisista. Calculadora. Huérfano de principios; no muestra respeto por los demás.
Disfruta hostigando y dañando psicológicamente a la persona que ha escogido como víctima.Está acostumbrado a avasallar. No desarrolla sentimientos de culpa por lo que hace.
Su estrategia es humillar, anular y aniquilar a su víctima. Para lograrlo no duda en agredir verbal o físicamente, o inventar todo tipo de rumores y calumnias.
No sabe tener empatía. Es incapaz de ponerse en los zapatos del otro. Tiene problemas de personalidad.
Goza mostrando su poder porque en su yo interno vive atormentado. Aunque aparenta lo contrario. Camina por la vida con aires de grandeza. Pero esa actitud es sólo una máscara con la que oculta su complejo de inferioridad.
Al acosador le duele imaginar que sus defectos físicos, intelectuales o emocionales pueden poner a la vista su imperfección. Por eso compensa sus desventajas – reales o imaginarias- pavoneándose como una persona excepcional.
El acoso puede realizarse en forma física, psicológica, o mediante el uso de las tecnologías de la información, es decir, a través de internet o del teléfono.
Es típico de un acosador hacer comentarios o insinuaciones sexuales. Contar chistes de carácter sexual o preguntar sobre fantasías eróticas. Hacer comentarios homófonos o lanzar insultos basados en el sexo de otra persona calificando su sexualidad.
Si es jefe o tiene poder es altamente probable que solicite favores sexuales a cambio de promociones en el trabajo.
Por lo general los hostigadores sexuales son hombres y es frecuente que el acoso ocurra en ambientes laborales, académicos y estudiantiles.
¿Un acosador en el Congreso del estado?.
Las acusaciones de presunto acoso sexual que pesan sobre el diputado Mario Lárraga deben ser investigadas a fondo. No por ser diputado debe recibir un trato especial. El fuero ya pasó a la historia y no podrá protegerlo en caso de que se le comprueben las acusaciones que se le hacen.
La lucha contra la impunidad es una de las banderas principales de la coalición gobernante que encabeza Morena y de la que es parte el Partido Encuentro Social al que pertenece el diputado huasteco.
Como se recordará, la señora Lucía Elizabeth García Hernández, asistente no reconocida por el diputado de marras, denunció públicamente haber sido acosada por Lárraga. Unos días después la también diputada Paola Arreola reveló que este mismo legislador la había acosado por la vía de hechos (tocamientos insanos y miradas lascivas).
Todo indica que este legislador no puede contener los ataques de lujuria que le brotan de su desenfrenado sistema hormonal.
Pero hay más, ahora resulta que ante las acusaciones de acoso sexual en su contra, el diputado se tira al suelo y se dice víctima de quienes lo señalan de libidinoso. Muy orondo el legislador declara a los medios de comunicación: “La víctima soy yo”.
Culpa además a la prensa de promover un linchamiento mediático orquestado por un imaginario enemigo .Todo por pura envidia, ya que su prometedor futuro político tiene como destino inevitable escalar puestos de mayor importancia, y por qué no, algún día llegar a ser gobernador del estado.
Por eso y en un intento desesperado por aminorar los daños que le están ocasionando las acusaciones de ser un acosador, el diputado Lárraga amenaza con demandar a quienes lo incriminan (¿Incluso a los medios?). Ello porque, según él, le están causado un enorme daño a su intachable trayectoria.
A este prócer de la Patria le espera un largo calvario antes de que sus acusadoras y los medios de comunicación den por olvidado el tema. Si la presión de la opinión pública y las afectadas insisten en su demanda de justicia y la Fiscalía de la Mujer, la Familia y los Delitos Sexuales no simula que actúa, este legislador podría perder su cargo.
POSDATA.
Del código penal del estado de San Luis Potosí, Artículo 180: “Comete el delito de hostigamiento sexual quien con fines lascivos asedie, acose o solicite favores de naturaleza sexual a una persona de cualquier sexo, para sí o para un tercero, con la amenaza de causar a la víctima un perjuicio relacionado con las expectativas que pueda tener en el ámbito laboral, docente, doméstico o de cualquier otra índole, o negarle un beneficio al que tenga derecho; ya sea entre superior o inferior jerárquico, entre iguales o en cualquier circunstancia que implique subordinación”.