Está en su naturaleza. En su código genético. El PRI no sabe vivir en democracia. Lo suyo son las decisiones cupulares, la imposición, la simulación, la cultura de la línea.
Hay un sometimiento acrítico que no da espacio a la democracia interna.
Hay un líder único, el gobernador, al que se le otorga el título de primer priista del estado. Él encarna la voluntad de todos y hay que seguirlo con los ojos cerrados. Aunque no sepa ganar elecciones.
Si él ha decidido que sea Elías Pesina el nuevo dirigente, hay que obedecer sin chistar. No importa si ante la sociedad y los militantes se deja la impresión de que el PRI no cambia. Que sigue siendo el mismo, que no aprendió la lección que le dieron los electores el pasado primero de julio.
Resulta incomprensible que los responsables de la gran derrota del año pasado sean los mismos que ahora toman por asalto lo que queda del PRI.

Sectores, organizaciones y militantes del partido tricolor participaran en los próximos días en un montaje para simular que se elige a nuevos dirigentes con métodos presuntamente democráticos. Aunque nadie se los crea.

Se emite una convocatoria, se fija un horario de inscripción, (aunque ya se sabe de antemano que habrá “planilla única”, que previamente fue palomeada por el Supremo) al otro día se dictamina la validez de la “planilla de unidad”. Luego los candidatos hacen un recorrido por las cuatro regiones del estado para “hacer campaña” y como punto final se realiza una asamblea electiva para coronar a los nuevos dirigentes.
Consumado el dedazo y para clausurar la asamblea se hace uso del micrófono para motivar a los presente a iniciar una nueva etapa que tiene como destino final una victoria política en las elecciones de 2021.
Así se mantiene viva la liturgia de la imposición.

Ante el empeño de reproducir antiguas y desprestigiadas prácticas de imposición y antidemocracia surge la duda: ¿Serán capaces Elías Pesina y su compañera de fórmula de rescatar a un partido que está hundido en el desprestigio y que carece de liderazgos con suficiente credibilidad y autoridad moral?

Queda claro que con la elección de los nuevos dirigentes se está dando el banderazo de arranque a los trabajos de sucesión gubernamental que culminarán en julio de 2021.
Suponemos que el objetivo del PRI es ganar la elección de gobernador, diputados y alcaldes. Por eso el único que manda en ese partido está enviando a su hombre fuerte y de mayor confianza a iniciar el largo camino de la quimérica victoria. Ojalá lo consigan, no será fácil, sobre todo porque la esencia del priismo, su naturaleza profunda, no cambia.

Vuelta a la página y a otro tema. A cada santo le llega su fiestecita.
La opinión pública se estremeció la semana pasada al enterarse que la Unidad de Inteligencia Financiera de la Secretaria de Hacienda ha turnado sendos expedientes a la Fiscalía General de la República en los que se documenta la presunta participación del ex diputado local José Luis Romero Calzada en supuestos actos de lavado de dinero asociadas al robo de combustibles.

Ya desde semanas atrás había trascendido esta versión pero fue hasta el miércoles 15 de enero que se confirmó la especie. Ello derivado del combate que el presidente Andrés Manuel López Obrador ha iniciado contra la dañina práctica del huachicol.

La cruzada contra los huachicoleros y sus cómplices de cuello blanco tiene muy nerviosos a empresarios gasolineros y a operadores financieros de este sucio negocio.
Aquí en San Luis Potosí se tiene detectada a una red de cómplices que vendían gasolina robada o que se dedicaban a lavar dinero.
Un índice de fuego apunta a empresas propiedad del famoso Tekmol. Así que como medida preventiva se han bloqueado cuentas bancarias de las empresas del Grupo Gasolinero RomCal, Tekmol de México y las estaciones de servicio La Morena, propiedad del singular personaje.

El ex diputado ha guardado silencio y no da señales de vida. Se sabe que anda a salto de mata y que a través de sus abogados ha intentado conseguir “amparos” para evitar que lo detengan.

Desde hace años los desplantes de lujo y ostentación que mostraba Romero Calzada despertaban la sospecha de que algo andaba mal en su vida empresarial. Ranchos, casas, vehículos, guardaespaldas, viajes y todo tipo de derroches definían su estilo de vida. El origen de su fortuna era una incógnita.
Al ex diputado del PRI José Luis Romero Calzada le espera un largo vía crucis. Y tal vez sea crucificado.
Nadie saldrá en su defensa. A partir de ahora será negado hasta por sus amigos.
Por lo pronto el gobernador del estado se ha deslindado del caso, porque es un asunto federal, dice. También el PRI ha pintado su raya.

En el ámbito de la iniciativa privada ya le mandaron decir que se rasque con sus uñas. La postura de la Organización Nacional de Expendedores de Petróleo (Onexpo) es que no van a defender a los concesionarios de gasolineras en San Luis Potosí que estén siendo investigados por la Unidad de Inteligencia Financiera de la Secretaría de Hacienda por formar parte de la mafia del Huachicol.

El círculo se cierra y el largo brazo de la justicia está por alcanzarlos.