- Todas las marrullerías de AMLO, las guerras de lodo, la auto victimización, su evangelio según el diablo, no tienen otra intención que preparar el terreno no perder en el 24 y para arrebatar si pierde.

Por Efraín Klériga
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La intención de Andrés Manuel López Obrador al insultar y sobajar a figuras de la oposición, a las autoridades electorales, a la Suprema Corte de Justicia de la Nación, a los medios de prensa, es la de encrespar el ambiente político electoral para impedir un proceso realmente democrático.

Desde Palacio Nacional y con el apoyo de medios de prensa oficiales o subsidiados como La Jornada y docenas de chayoteros o amanuenses, como se dice elegantemente, crea un lodazal político en el que Morena y su líder sean los menos manchados de zoquete.

Aunque no es un pensador profundo y mucho menos un planificador, tiene experiencia creando guerras de lodo, manchando reputaciones con versiones falsas, verdades a medias y convirtiéndolas en corrientes de opinión con su ejército mediático que incluye las redes sociales.

El sicofante de Palacio Nacional, el merolico político, no ha cambiado su estrategia en 30 años, pero ya denigra con mayor soltura y desvergüenza, e igual que califica a todos sus contrincantes de corruptos, se autocalifica de misericordioso, sencillo, pobre y honesto.

Su discurso usa figuras religiosas como Cristo, la Virgen de Guadalupe, Gandhi, el Papa, la versión oficial de Juárez y entonces se convierte en un evangelista barato, en un beato de presidio, de esos que luego de haber sido dipsómanos o pederastas se dicen arrepentidos y gritan que conocieron a Dios.

"¿Quién crucificó a Jesús? ¿Quiénes lo martirizaron?”, preguntó el vendedor de dogmas este viernes: “Los poderosos de su época, que lo espiaban, lo perseguían, lo llamaban ‘alborotador del pueblo’ y lo crucificaron. Esa es la esencia de la doctrina cristiana y eso no lo practican. Mucha hipocresía, mucha”, dijo el hipócrita.

Sabedor que el promedio cultural e intelectual del mexicano promedio no es muy alto y que las figuras que entiende son las buenas y las malas, y malos son los otros, porque no somos un pueblo autocrítico, López abusa del discurso de héroes y villanos.

El macuspano está convencido de que sus candidatos y su partido no podrán ganar las elecciones sin su ayuda desde Palacio de Gobierno, el uso de dinero público y dinero sucio, apoyo de la delincuencia organizada, por lo que prepara el ambiente para amedrentar la violencia verbal y física.

Esto ya ha sido notado por figuras del partido en el poder y de sus aliados de closet, Movimiento Ciudadano, quienes han comenzado a deslindarse porque saben que López trabaja para reventar la democracia y poder permanecer en el poder, personalmente o por interpósita marioneta.

Algunos comienzan a deslindarse por decencia, porque se dan cuenta que se destruye el Estado de Derecho, otros porque no quieren ser uno de los esclavos de López Obrador, porque el macuspano no tiene aliados, tiene sirvientes o enemigos.

En el actual gobierno de López Obrador solamente hay dos tipos de funcionarios, los que revientan pronto y renuncian o los que como Ricardo Monreal terminan culimpinados acatando lo que les diga el jefe de jefes, porque de otra forma no tienen cabida en el carro macuspano.

El ambiente político está cada vez más álgido, en su intento por recobrar la agenda y comenzar a dictar las líneas de discusión, López ha regresado a sus grandes éxitos como los 200 pesos en la cartera o que la oposición va a quitarle el apoyo a los viejitos, y la finalidad es provocar respuestas.

Algunos como Vicente Fox, quienes nunca entendieron que el macuspano crea trampas de zoquete, ya cayeron y como la “chachalaca” de 2006 ha comenzado a vociferar y dar declaraciones que nada ayuda y mucho estorban, a cuenta de aspirantes que no se lo pidieron, como Xóchitl Gálvez.

Lo que si es AMLO es un costal de mañas, pero de esas que hacen los tramposos de barrio, los “Trespatines vecindad” y intención es tener la voz cantante, porque sabe le van a dar el zape en la boca, pero para entonces ganó tiempo, los reflectores, y enlodo a la autoridad.

Si viviera Bernabé Jurado, mítico abogado marrullero le cobraría derechos de autor a los chanchullos del presidente (Con minúsculas) para no recibir notificaciones o cumplir pero no acatar las resoluciones del Instituto Nacional Electoral, mientras con su “dedito” sigue incumpliendo la ley.

Dicen que Jurado se comía cheques de los mismos expedientes en el juzgado, para impedir documentar un fraude, que alguna vez cambió los números de un piso de departamentos y se notificó en el equivocado; que robó un cadáver fresco para ponerlo junto al de la esposa asesinada y luego alegar crimen de honor del homicida.

Es muy discutible si al aplicar la Ley (por cierto en preceptos que el mismo López impulsó en 2007) los órganos electorales, administrativo y jurisdiccional, puedan violar los Derechos Humanos del sujeto obligado a preservarlos como Jefe de Estado.

También es discutible que el Presidente de la República pueda ejercer su Derecho de Réplica en un medio y lugar distinto a donde presuntamente fue agraviado, y sin haber documentado y solicitado este derecho conforme lo prevé la legislación al respecto.

También es cuestionable que un presidente tenga libertad de expresión y que esta incluya poder calumniar y satanizar al Poder Judicial, a la oposición, la prensa, defensores de derechos humanos, ecologistas o personas que lo critican o se inconforman con sus actos de gobierno.

También es cuestionable que la Constitución le otorgue al Presidente los mismos derechos que a los ciudadanos y además poderes exclusivos y se le permita manipular las corrientes de opinión electoral, porque tendría poderes metaconstitucionales.

“Dentro de las facultades llamadas metaconstitucionales se describían todas aquellas emanadas del hecho de que el titular del Ejecutivo se ostentaba como el líder del partido hegemónico”, se lee en el artículo sobre el Presidencialismo en una página de la web de la Segob.

Pero dilucidar esos entuertos no le importa, lo que busca es atención, bañar de mierda a sus contrincantes e ir creando un escenario para que cuando comiencen a llegar encuestas que den ventaja a la oposición, y finalmente, si hay elecciones, las pierda, poder gritar: “¡Fraude, fraude!”, y haya quien le crea.

Los ataques a los posibles candidatos de oposición, el uso faccioso de las instituciones policiacas para doblegar a contrarios, las intenciones para quebrantar la autoridad del Poder judicial, el uso de dinero público para ataques mediáticos, son propios de dictaduras.

Lo que hoy pretende López ya lo hizo Hugo Chávez, Maduro, Daniel Ortega, los Castro, Putin, Erdogan, Isaías Afewerk, Võ Văn Thưởng y por eso ni Vietnam, Eritrea, Turquía, Rusia, Cuba, Nicaragua, Venezuela, se cuentan entre las democracias y pronto México estará la lista.

López Obrador ya no gobierna, delira, abusa del poder, usa poderes metaconstitucionales y hace peligrar la vida de quien se le pega la gana, mientras tolera la corrupción en su gobierno y usa el terror de la delincuencia organizada, todo con la finalidad de apoderarse del mando hasta que la muerte lo separe.