- Tanto peca el que mata al país como el que le amarra la pata y no vota.

Por Efraín Klériga
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Si los poco más de 7.5 millones de ciudadanos del Estado de México y Coahuila quienes no votaron el 4 de junio piensan que ellos no ayudaron a decidir los ganadores, están absolutamente equivocados.

Esos millones de mexicanos quienes prefirieron no dedicarle a su entidad 30 minutos haciendo filas, son cómplices de los gánsteres políticos, del gabinete federal, de los gobiernos estatales y la mayoría legislativa Morena.

También son cómplices de que no se combata debidamente a la delincuencia organizada, de que el Presidente esconda las cuentas con decretitos que califican sus obras como de seguridad nacional.

Esos abstencionistas permiten que los corruptos y enanos intelectuales y morales se adueñen del escenario de la oposición y ahora incluso quieren dictar reglas para una alternancia que saben están impidiendo.

Si los abstencionistas no aplauden que el gobierno se esté militarizando, que se frene la mayor oportunidad de inversión exterior en nuestra historia, que se contamine aire, tierra y ambiente, tampoco lo impiden.

Los abstencionistas se unen a esa masa que se vende por un programa social y a quienes el presidente ha calificado de solovinos, ignorantes, animalitos, aunque luego les soba y les dice “pueblo bueno”.

No decidir también es decidir, dice el refrán. Esos seis millones de mexiquenses y 1.4 millones de coahuilenses, demostraron que no lucharán por su país hasta que la lumbre les llegue a los aparejos.

Andrés Manuel López Obrador cuenta con esa indolencia para poder cuajar la gelatina ideológica que él ha dado en llamar la Cuarta Transformación y que es un gobierno corrupto, monolítico y antidemocrático.

Seguramente esos ciudadanos son parte de los 45 millones de indolentes quienes no participaron en las elecciones federales de 2021, y por ello corresponsables que Morena tenga la mayoría simple del Congreso de la Unión.

Esos mexicanos se unen a los que venden su voto por un plato de lentejas y luego dicen que siguen pobres por culpa de los ricos, culpa de los malos gobiernos, por culpa de los neoliberales.

Gracias a ellos el Presidente López Obrador puede atacar a la Corte, a los medios, a los empresarios y a los organismos de control, y luego no cumplir con la ley y hacer lo que le viene en gana.

Estos abstencionistas son los que amarran la “pata” para que no se atienda a niños con cáncer, para que la salud esté en manos de gente sin capacidad que depreda las instituciones médicas.

Esos valemadristas toleran que los libros de texto obligatorios se conviertan en piezas de adoctrinamiento para un estado comunista, como esos que han fracasado en todas partes y han sembrado pobreza.

Ellos permitirán que una analfabeta funcional como Delfina Gómez, que ha dejado en su paso por la vida pública una estela de corrupción, sea la ganadora con el apoyo real del 26% de los mexiquenses.

Y como en Edomex solamente votó la mitad, tendrán en el Gobierno de su estado gente como Horacio Duarte quien es investigado en Estados Unidos por huachicoleo y contrabando, incluso, de armas.

Gracias a los que no participan México se está llenando de plagas que nos llevan ya a ser una Venezuela, porque ya estamos militarizados, llenos de comunistas españoles, cubanos, venezolanos y nicaragüenses.

Gracias a los valemadristas los funcionarios obradoristas pueden robar a sus anchas, las corcholatas hacer campaña con dinero público y López y su familia puede robar y abusar del poder sin que haya freno.

A los enanos que ya gobiernan México se unen los que sienten que el deber de sacar al país adelante es de otros, porque ellos no van a sacrificar su domingo para cumplir con México.

Esos enanos tendrán excusas para decirnos por qué no fueron a votar: No les gustaban los candidatos, la oposición no supo animarlos; no fueron a votar porque ya sabían quién iba a ganar.

En su libro “El Mexicano Enano”, Oscar Monroy Rivera dice: El mexicano enano es ostra. Soporta en el mar humano de nuestras existencias, tormentas y ciclones sin abrirse a la realidad.