- La única forma de AMLO para intentar ponerle freno a su sucesor, es controlar el Congreso y el partido.
Por Juan Palacios
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Como comenté en mi anterior artículo, deberíamos estar más atentos a las elecciones legislativas del 2024 que a las presidenciales. No porque estas sean menos importantes, sino porque para fines de un posible Maximato, el Congreso tiene una mayor importancia que la presidencia misma.
Ha sucedido muchas veces en la historia del país que una vez que uno de los precandidatos es ungido como candidato, se muestre tal como es, dejando de lado al presidente y sus ilusiones de trascender a su sexenio.
Luis Echeverría es un claro ejemplo, tanto en su relación con su antecesor, Gustavo Díaz Ordaz, como con su sucesor, José López Portillo.
Andrés lo sabe, sabe que sea quien sea su corcholata favorita, en algún momento intentará volar con sus propias alas, más cuando vaya sintiendo el dulce sabor del poder, la pleitesía que recibe aquél que se sienta en la silla del águila.
Así es que la única forma de intentar ponerle freno, es controlar el Congreso y el partido.
Eso por lo pronto es lo que intentará hacer Andrés, que lo consiga es ya otro tema.
Porque si ganar la mayoría calificada en ambas Cámaras no lo consiguió en plena euforia obradorista de 2018, no se ve cómo pueda hacerlo ahora en 2024, a menos, claro está, que se utilicen todas las malas artes que en su momento utilizaba el PRI.
Pero aún en el caso de que Morena y sus aliados alcanzaran la mayoría calificada en ambas Cámaras, faltaría ver cómo le haría Andrés para mantener la lealtad de los integrantes de estas y sobre todo, qué habrá de ofrecerles para mantenerlos a su lado.
Si logra esto, entonces habría que estar pendientes de la revocación de mandato, que sería la espada de Damocles que pendería sobre la cabeza del presidente en funciones.
Quizá ahí puede jugar un papel importante el partido humanista, el de la Luz del Mundo, y entonces se transforme ya abiertamente en una secta cuyo líder sea Andrés y ahí sí, los regímenes religiosos que observamos en otras latitudes le quedarían cortos a nuestro actual presidente.
En cualquier caso, Andrés será una piedra en el zapato de quien resulte electo, pero la piedra se transformaría en roca, o grillete, en caso de que pueda cumplir con lo que será a partir de ahora, su lema de campaña, la mayoría calificada.
Y en caso de que se presentará cualquier problema económico o de cualquier índole, no dude usted de que comenzaremos a ser testigos de todo tipo de teorías conspiranóicas, más mientras Andrés continúe con el control que tiene de los medios de comunicación y las redes sociales.
No son pocas las cartas que tiene Andrés para jugar, pero quizá la sociedad que se ha manifestado fuertemente en dos ocasiones durante los últimos meses en temas muy puntuales, pueda poner un freno al intento del tabasqueño.