El Partido Acción Nacional está a la orilla de un precipicio. Puede desbarrancarse o iniciar una ejemplar restauración interna. En las próximas semanas se juega su futuro. Tendrá elecciones para renovar dirigentes estatales y nacionales. Será un tiempo repleto de peligros y oportunidades.

El PAN viene de una dolorosa derrota. El pasado primero de julio le pasó por encima una locomotora que lo dejó maltrecho, disminuido y fragmentado.

La aventura en que los embarcó Ricardo Anaya causó uno de los más trágicos naufragios electorales de su historia. Su obsesión por el poder a costa de lo que sea provocó pérdida de identidad, disminución de liderazgo y representatividad entre los electores. Produjo al mismo tiempo una profunda división interna y la renuncia de importantes cuadros dirigentes como Margarita Zavala.

Ya pasado el tsunami que los revolcó viene el tiempo de la reconstrucción.

La elección de nuevos dirigentes es una oportunidad para sanar heridas y dar vuelta a la página. Pero también es una etapa de riesgos.

Repetir los errores cometidos por Anaya ahondaría la crisis interna. Si se recae en la antidemocracia, el patrimonialismo, el pragmatismo, la exclusión y la ausencia de la ética partidista los panistas estarán poniéndole el último clavo a su ataúd.

En San Luis Potosí ya se publicó la convocatoria que reglamenta la contienda interna para elegir dirigente estatal. Se ha instalado también la  Comisión Organizadora de la elección. Sus integrantes son militantes respetables que han prometido piso pajero para todos los participantes.

El riesgo de que Xavier Azuara se entrometa.

Debe reconocerse que en el pasado Acción Nacional dio vida a una robusta tradición de democracia interna. Pero en los últimos tiempos sus dirigentes han pervertido los principios de doctrina que  heredaron de sus Padres Fundadores. Estos extravíos y en especial el pragmatismo de las cúpulas han provocado desencanto entre los militantes y desprestigio ante la sociedad. Por eso han perdido votos y estimulado el conflicto interno.

En la pasada elección Xavier Azuara fue cómplice y fiel operador de las trapacerías que perpetró Ricardo Anaya con tal de quedarse con la candidatura presidencial.

Azuara vendió su alma al diablo y obtuvo a cambio el premio mayor, una diputación federal plurinominal. Pero el daño colateral que causó su individualismo fue altísimo, el PAN  se desdibujó y perdió muchas posiciones. Por estos hechos una parte significativa de la militancia desconfía de los malos oficios de Azuara. Es sabido que al joven dirigente le gusta manipular a su antojo la vida interna del partido. En este sentido es un fiel seguidor de Maquiavelo ya que para él “el fin justifica los medios”. Si hay que engañar, traicionar o simular, no hay problema: ¡Adelante!, lo importante es mantener el control del aparato partidista.

Si los aspirantes a ocupar el cargo de dirigente estatal quieren tener garantías de imparcialidad y democracia deben vigilarlo para que no meta mano. Azuara no es neutral. Juega con uno de los equipos que aspiran a quedarse con el partido. Trae proyecto para el 2021 y es probable incluso que ya tenga candidato a la gubernatura. En este propósito maniobra como alfil del gobernador Carreras.

Los competidores.

Aspiran a ocupar la dirigencia del PAN distinguidos militantes con trayectoria, experiencia y méritos. Hay jóvenes impetuosos y viejos lobos de mar. Ambos apoyados por equipos que a lo largo de los últimos 20 años han ocupado cargos de elección popular o responsabilidades directivas en el partido.

El pronóstico de lo que puede pasar es incierto. Si la elección transcurre en libertad, democracia, legalidad, imparcialidad y civilidad, el panismo potosino saldrá fortalecido. Estará listo para disputar la gubernatura con éxito dentro de tres años.

Han dicho que quieren la presidencia del partido Sonia Mendoza, Jorge Lozano, Pedro Tovar, Manuel Aguilar Acuña, Maximino Jasso Padrón  y  Salvador Hernández. Otros que pudieran solicitar su registro como candidatos son Lidia Argüello y quizás hasta Juan Pablo Escobar. Pronto lo sabremos. El registro se cierra hasta el 30 de octubre.

Los que logren su inscripción luego de conseguir 821 firmas de apoyo (10% del padrón de militantes) tendrán que realizar una campaña en todo el estado, la cual se realizará del 5 de noviembre al 8 de diciembre; posteriormente vendrá la jornada electoral el 9 de diciembre y la última etapa corresponderá al cómputo y la publicación de resultados ese mismo día.

Lo ideal para evitar fracturas sería que hubiera un candidato o candidata de unidad. Pero están tan divididos que este escenario es improbable. No hay un líder o santón local que tenga la autoridad moral y la habilidad política para lograr un milagro como este.

Es de suponerse que Sonia Mendoza no estaría dispuesta a dejar que le comieran el mandado ya que trae aspiraciones de ser la primera gobernadora del estado.

Xavier Azuara ve con simpatía a esa prestigiada militante que es Lidia Argüello, quien contaría además con el apoyo  Alejandro Zapata y Octavio Pedroza.

Zapata y Pedroza necesitan el control del partido para seguir adelante con su proyecto de impulsar la candidatura de Xavier Nava a la gubernatura en 2021 y ser ellos el poder tras el trono.

Otro factor importante en este proceso de renovación de dirigentes es el Senador Marco Gama de quien se dice que estaría impulsando al ex alcalde de San Ciro Salvador Hernández  o a Manuel Aguilar Acuña.  El Senador Gama también trae aspiraciones de ser candidato a la gubernatura en el 2021. Así que su capacidad e influencia entre la militancia estará interviniendo para no quedarse al margen de esta competencia.

En este momento es muy difícil saber que va a pasar. Apenas comienza la disputa. Lo que es un hecho es que con está elección de dirigentes se pueden restaurar las fortalezas y mejores tradiciones cívicas y democráticas del PAN o bien abrir una caja de pandora que contagie de todos los males al partido fundado por Don Manuel Gómez Morín.

La moneda está en el aire. Hay que estar atentos al desenlace.