- Empezamos marzo viviendo una doble realidad: dimos como país un paso fenomenal con la atracción de Tesla a Nuevo León.

- Pero dimos un paso gigantesco de retroceso en cuanto al sistema electoral y el INE.

Por Rogelio Ríos
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Es una extraña coincidencia que, por diferencia de horas, dos noticias sacudieran a la opinión pública mexicana: primera, el anuncio el 1 de marzo de la construcción de una planta armadora autos eléctricos de Tesla en Nuevo León; segunda, la publicación en el Diario Oficial de la Federación de las modificaciones a las leyes electorales conocidas como “Plan B” a partir de las primeras horas del 2 de marzo.

La nota económica anuncia, entre el entusiasmo general de políticos y empresarios, un horizonte de prosperidad para México y la posible reconciliación entre el Presidente López Obrador y por lo menos un grupo de empresarios.

La nota política, por el contrario, difundida entre el estupor general (“madruguete” de AMLO, cabecearon varios medios de comunicación), anuncia un horizonte de degradación política del sistema electoral mexicano, una vuelta a un pasado que ya creíamos superado.

¿Cómo explicar esta evidente contradicción entre el impulso a la modernidad tecnológica de los autos eléctricos y el impulso de regresar a la Edad Media electoral que sufrimos los ciudadanos décadas atrás?

La respuesta corta es que México vive a base de contradicciones en lo que a políticas públicas se refiere, por ejemplo, en lo que los gobernantes dicen en público y lo que conceden en privado. La retórica sirve para ganar prestigio político y retener el poder: el pragmatismo sirve para atraer capitales y empresas. Ataca el gobierno morenista a las empresas norteamericanas y canadienses en el marco del TMEC, pero abre sus puertas sin restricciones al señor Elon Musk y Tesla.

La respuesta larga es que no siempre se balancean adecuadamente ambos impulsos (el modernista pragmático vs el tradicional ideológico) y entonces vienen las crisis sexenales, devaluaciones, deuda pública excesiva, riqueza petrolera desperdiciada, proyectos alternativos de nación y cuartas o quintas transformaciones.

Entonces, ¿en qué momento nos encontramos ahora? El hecho de recibir los ciudadanos casi al mismo tiempo las clásicas “noticia buena” y “noticia mala” nos revela el enorme desapego e indiferencia de los gobernantes (y empresarios, cuando les conviene) ante la sociedad.

¿Qué condiciones negociaron los gobiernos federal y estatal con Tesla? No se preocupen, nos responden a los ciudadanos, ustedes disfruten el momento y celebren la llegada de grandes inversiones.

¿Por qué aprobaron diputados y senadores el “Plan B” que a todas luces son modificaciones inconstitucionales a las leyes electorales? No te apures, compatriota, es para ahorrar dinero público y para evitar fraudes electorales (los cuales no existen desde hace años en México). Disfruta el desmantelamiento del INE y no dejes de ver las conferencias mañaneras. De lo demás nos encargamos nosotros. Ah, y ya párale a tus marchas.

Empezamos el mes de marzo viviendo una doble realidad: dimos como país un paso fenomenal con la atracción de la inversión de Tesla a Nuevo León, pero dimos un paso gigantesco de retroceso en cuanto al sistema electoral y el INE.

No es posible seguir viviendo así: mucha inversión y tecnología y una pobre democracia degradada, juntas de la mano. Es una pareja insostenible y es cuestión de tiempo su divorcio.

Señores gobernantes: la próxima vez mejor pregunten a los ciudadanos qué noticia prefieren primero, ¿La buena o la mala? Digo, para estar prevenidos.