- La violencia en las escuelas se puede desbordar.
Por Juan Palacios
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Apenas hace una semana comentamos los hechos de violencia que se han presentado entre jóvenes estudiantes de secundaria y preparatoria, cuando nuevamente hemos sigo testigos de otros actos iguales.
Jovencitas enzarzadas en batallas que tienen como finalidad zanjar diferendos que bien pudieran ser solventados de otra forma. No a golpes o intentando asfixiar al oponente. como si hoy todo resulta de vida o muerte, hablando de forma literal.
Parece que es una tendencia que tiene que ver con la fama efímera que generan las redes sociales, imágenes de jóvenes, mujeres y hombres, peleando encarnizadamente como si en ello les fuera la vida. Los motivos son lo de menos, lo importante es vencer al oponente, por las buenas o por las malas.
Nuestros jóvenes buscan trascender de la forma en que ellos entienden actualmente esa trascendencia. Quizá sea momento de enseñarles otros caminos para lograrla.
Señalamos en nuestro anterior escrito que las autoridades educativas deberían establecer programas sostenidos para promover los valores y evitar el consumo de sustancias nocivas. Programas que no se queden en una simple clase de 40 o 50 minutos al mes. Ese tipo de “programas” en realidad son más para decir que se está haciendo algo que para realmente trabajar en el asunto.
Más que resultados, se busca una foto, una imagen para que quede constancia de que se tomaron cartas en el asunto, no importa si hay resultados o no. Como lo señala Milán Kundera, vivimos una época en que la gente se enamora de su propia imagen, una imagen distorsionada, idealizada, pero al mismo tiempo interpretada como heroica. Soy un héroe, aunque solo sea para la foto.
Hay libros escritos por autores locales que conocen el tema y que pueden ser base para esos programas, señalamos en particular los textos del maestro Roel Guajardo Cantú titulados “El problema es de valores” y “Las drogas, un problema de todos”.
Mientras no realicemos acciones de prevención sostenidas, no alcanzaremos resultados satisfactorios para la sociedad en que vivimos.
Emplear los protocolos y aplicar las sanciones que en los reglamentos se estipulan, no es en ocasiones la mejor opción.
Se debe buscar que los hechos no ocurran, que no se presenten estas peleas, estas agresiones, esta violencia que ya parece normal para amplios sectores juveniles, como también se ha normalizado algo que podríamos llamar “cultura del narcotráfico”.
Hoy, queremos llamar la atención acerca de otro aspecto que también ha analizado detenidamente el maestro Roel Guajardo, el del liderazgo de los directores de cada escuela. Este puede ser el As que se esconda en la manga de las autoridades.
Los directores pueden y deben ser los líderes de la comunidad educativa, quienes generen la cohesión necesaria en la comunidad educativa para alcanzar grandes metas, como es el caso de prevenir la violencia entre nuestros jóvenes.
En su texto “El director como líder de proyecto”, Guajardo Cantú nos explica paso a paso como se genera esa cohesión, como se crean proyectos comunes y la forma en que se puede involucrar a la comunidad toda para conseguir objetivos asumidos por todos como propios.
No hay recetas fáciles, se trata de trabajo, trabajo y más trabajo, pero los resultados valen la pena. Ahí se presentan también las opciones que tienen las autoridades de los distintos niveles de gobierno para acompañar a las escuelas en este tipo de proyectos.
Insistimos, es momento de poner un alto a una situación que puede salirse de control, si es que no lo ha hecho ya. De no permitir que los jóvenes vean en la violencia una forma de solucionar conflictos, que la transformen en un ajuste de cuentas sin ver otro tipo de soluciones.
Las autoridades educativas tienen la palabra, se requiere no solo conocimiento, sino también, y sobre todo, voluntad para enfrentar esta situación que nos golpea a la cara en los distintos medios de comunicación y, principalmente, en las redes sociales.