- El gobierno lo trata indiferente en las horas difíciles que vive.
Por Rogelio Ríos Herrán
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No me extraña que existan en México personas que simpatizan con el gobierno de Rusia y se sientan atraídos por una figura autoritaria como Vladimir Putin. Lo que sí me desconcierta es que el gobierno de México trate con indiferencia a Ucrania en las horas difíciles que vive ese país.
Las simpatías de los mexicanos con el autoritarismo no son nuevas. En la época del ascenso del fascismo en Alemania, desde la llegada de Adolfo Hitler al poder en 1933 y hasta su muerte en 1945, don Adolfo gozó de amplias simpatías entre los mexicanos.
La causa de esas simpatías eran, entre otras, que una figura de autoridad como Hitler tuviera la capacidad de controlar el caos social y económico de su país, revertir su decadencia y recuperar una posición influyente en Europa.
La alternativa al desorden, radicalismo y reparto de tierras del gobierno de Lázaro Cárdenas, era el camino del autoritarismo, del cual la máxima inspiración fue Hitler. Tuvieron que hundir los alemanes dos barcos petroleros mexicanos en el Golfo de México para declararles la guerra.
Quizá por razones parecidas hay mexicanos en 2023 que desde el principio de la agresión de rusa estuvieron de acuerdo con los argumentos disparatados de Putin: Ucrania amenazaba nuestra esfera de influencia, era un país manipulado por Estados Unidos y la Unión Europea, y el más increíble de todos: el gobierno ucraniano estaba capturado por neonazis.
En este ambiente, se puede comprender mejor las contradicciones del gobierno de López Obrador frente a la crisis ucraniana: no habla de agresión rusa, sino de un conflicto entre países; no se suma a las sanciones contra Rusia porque México “es neutral”; no ayuda a Ucrania en su esfuerzo de defensa contra un ejército superior en número de soldados y armamento, pero pide un cese al fuego favorable a Moscú con los rusos dominando territorio invadido.
En fin, los diplomáticos mexicanos votan en la Asamblea General de la ONU las resoluciones que piden a Rusia detener la agresión a Ucrania y salir de su territorio sin condiciones, pero no se implementa ningún apoyo activo al gobierno ucraniano.
Casi inmediatamente al inicio de la invasión rusa en febrero de 2022, la embajadora ucraniana en México, Oksana Dramaretska, dijo el 10 de marzo que “esperamos que México se una a las acciones de la comunidad internacional, como son las sanciones económicas. El aislamiento y la exclusión de Rusia de todos los foros internacionales”.
La respuesta de los diputados mexicanos no se hizo esperar: legisladores de Morena, Partido del Trabajo y PRI recibieron en marzo en el Congreso a Viktor Koronelli, embajador ruso en México, como testigo de la creación del Grupo de Amistad México-Rusia. Koronelli dijo respetar mucho la decisión del Presidente mexicano de no unirse a las sanciones contra Rusia.
Poco después, en abril del año pasado, México se abstuvo de votar en la Asamblea General a favor de la suspensión de Rusia del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas, por las acusaciones de agresiones sexuales cometidas por soldados rusos.
A fines de septiembre, legisladores ucranianos que visitaron México fueron atendidos por diputados mexicanos de Movimiento Ciudadano y el PAN, pero no por los morenistas. No fueron recibidos por el Presidente López Obrador ni por el Secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard.
La situación no parece haber cambiado desde entonces. El 21 de febrero de este año, de nuevo Oksana llamó a apoyar a su país en contra del invasor: “hacemos un llamado a los países que aún no han determinado su posición bajo el pretexto de la neutralidad o la no intervención, a tomar una posición clara de apoyo a la justicia, el bien, el derecho internacional… los instamos a ponerse del lado de la víctima y no del agresor”.
Agregó que “no pedimos armas a México, pedimos otro tipo de apoyo. Es importante que México se sume a países que han impuesto sanciones contra Rusia”.
¿Por qué México no ayuda a Ucrania? ¿Qué le impide al Presidente López Obrador condenar la agresión rusa?
No se debe a una falla estrategia porque no parece haber estrategia de política exterior. Son las filias y fobias del Presidente López Obrador las que guían sus acciones de política externa que caen en contradicciones.
Con un caudal de experiencia en el Servicio Exterior Mexicano, además de universidades y centros de investigación dedicados al estudio de las relaciones internacionales de México, el Presidente tendría a su disposición, si lo quisiera, una fuente inagotable de asesoría en esa área de gobierno.
No quiere hacerlo, sin embargo, y por eso desde el resto del mundo se percibe una política exterior mexicana sin estrategia ni rumbo, casuística y de corto alcance que termina “respetando” a Putin, no se vaya a enojar con los mexicanos.