- AMLO muestra que está muy confundido, que cree que puede separar las aguas del mar.

- También cree que sus mentiras son la realidad y el destino de la Patria.

Efraín Klériga
@KlerigaE

Habemus candidato... Andrés Manuel López Obrador llamó a la gente que él aún piensa le sigue, a votar para que en 2024 Morena, o sea él o una de sus corcholatas, tenga desde el Ejecutivo, control absoluto del Legislativo y, si se puede, del Judicial.

Por eso organiza una marcha, como dice el clásico, “unos de a pollo y otros de a huevo” y costeada por el Erario, para terminar de dividir al país entre los que cree son sus partidarios y los que creemos en valores “neoliberales y fifí” como trabajo, deber, democracia.

La marcha del déspota debe ser tomada como lo que es: Otro de sus excesos y su vocación de no acatar la ley ni sus deberes, gobernar solamente para los que tiene ya esclavizados con empleo o dádivas y presionar al Congreso para desaparecer la democracia mexicana.

El macuspano nunca entendió que la noche del 1 de julio de 2018 dejó de ser candidato y asumió el deber de gobernar para todos, piensa que como Presidente tiene aún todos los derechos ciudadanos, el aura de esperanza, y le sumó facultades y fuero de Primer Mandatario.

Aunque es posible que ni él mismo sepa cuál es su “cambio verdadero” y es más sencillo que Godot por fin llegue, es claro que niega que se trata de la instauración de una dictadura sobre un partido hegemónico y un presidente que maneje los tres Poderes.

El tabasqueño muestra que al paso del tiempo está más confundido, que cree que puede separar las aguas del mar. y no pocos estamos seguros de que para él sus mentiras son la realidad y el único destino de la Patria.

Sólo en las dictaduras aquellos que se parten la madre trabajando, aspirando a escalar económica y socialmente y le exigen al poder respeto a la ley, resultan los apestados, la oposición, los contarios a que el país mejore, o lo que AMLO llama sus “adversarios”.

Al tirano macuspano, simplemente le gusta o no entiende que haya mexicanos que trabajen más de 48 horas por semana, ahorren, quieran educar a sus hijos lo mejor posible, traten de respetar la ley y le exijan al poder honorabilidad y respeto a la ley.

Pocos gobiernos pueden estar mejor definidos que el de López Obrador por una frase de Bertrand Russell: “Los científicos se esfuerzan por hacer posible lo imposible, los políticos por hacer imposible lo posible”.

Y “ni lo quiero ni se lo deseo”, pero si camina los 4.5 kilómetros que separan al Ángel de la Independencia del Zócalo, no es imposible que las las placas de ateroma le revienten la angina de pecho y se agrave la crisis constitucional que ya provocó.

Pero para al Peje simplemente esa maña demócrata de discutir, consensuar y hasta no poder aprobar todas sus ocurrencias legislativas sin que se las quiera modificar o se las repruebe el legislativo, no son posturas republicanas sino “conservadoras”.

Pese a que solamente las encuestadoras de empresas que tienen contratos con presidencia y gobiernos de Morena le dan un amplio margen de popularidad, López se siente un Rock Star y cree que puede obligar a la mayoría a inmolarse si se los pide.

El macuspano no cae en cuenta que mucha gente que manifiesta aprobarlo en las encuestas telefónicas lo hacen o por miedo a que le quiten su empleo, su programa social o porque para ellos AMLO es como un Vicente Fernández.

Solamente así, con un amor por platónico y las esperanzas de lo imposible como con la Selección Nacional, se puede explicar que López tenga alto grado de aprobación pero todos los rubros de su gobierno: Seguridad, economía, combate a la corrupción, salgan reprobados.

Cuando se habla con gente para quienes AMLO es Cristo renacido, o inventan hechos que no existen o dicen que finalmente México tiene un presidente que salió de la clase más pobre del país, aunque provenga de gente de clase media provinciana.
También son gente que piensa que la avionera de Santa Lucía es el mejor aeropuerto del mundo, que Dos Bocas hará el milagro de la multiplicación de la gasolina, y el Tren Maya llegará hasta el cielo.

Pero AMLO no rescató Pemex, no CFE, no ha logrado la autosuficiencia energética y, si el peso no se ha devaluado aún, es porque a Zedillo se le ocurrió que el peso se cotizara con la oferta y la demanda y porque en América Latina el tuerto es rey.

Pero lo real es que la Ley si es la Ley, y que López Obrador suma con su marcha y su reforma electoral nuevos abusos de poder e incluso con su marcha caerá en los delitos de Rebelión y Motin.

Simplemente porque con abuso de sus facultades como presidente, llama a un motín y atenta contra las “instituciones constitucionales o para lograr la separación de su cargo de alguno de los altos funcionarios”— Artículo 134, Código Penal Federal.