- La vida pública del país vive una lluvia de corcholatazos mientras López Obrador pierde el mando.
Por Efraín Klériga
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Todo indica que el jaqueo de las guacamayas y el Rey del Cash dieron al traste con la posibilidad de que Andrés Manuel López Obrador pudiera convertirse en autócrata a perpetuidad.
Tiene razón López cuando dice que las guacamayas son zopilotes, pero en lo que se equivoca es que no es por malvados, sino porque anuncian su muerte política.
Exhibieron al tabasqueño como un hombre enfermo, a su partido como un atajo de corruptos, y dividieron al ejército, entre los que arriesgan el físico y los que se están enriqueciendo con la situación.
Golpeado en la cara por los medios y los periodistas que más ha desacreditado, recibe también una andanada de parte de personas y políticos que han tenido la mala suerte de tratar con él.
Ahora el tabasqueño es una fiera herida, quien ha visto como única opción enturbiar y quebrantar la vida institucional para heredar a un pelele quien ganaría con la etiqueta del clon del macuspano.
Hoy López Obrador llega al final de su propia comedia, se da cuenta que aquellos quienes aún creen que es honesto y bien intencionado, son los que jamás ven o leen noticias.
AMLO parece que nunca entendió que ganó la presidencia por el cansancio de los mexicanos con gobiernos poco eficaces como el de Enrique Peña Nieto.
Parece no entender que esos mexicanos luchones, con un empleo, patrimonio, un proyecto de vida, quienes le dieron millones de votos, votaron contra el PRI o el PAN.
Y que esos millones de personas que no lo conocían, que lo vieron como opción por estar ahí y, que compraron su cuento de la incorruptibilidad, ya saben que el tabasqueño es veneno puro.
Hoy sabe que ya perdió esos votos para siempre y que incluso el “pueblo bueno” comienza a vomitarlo y lejos de rectificar, su remedio es bañar de lodo a los posibles contendientes y golpearlos con el poder que le queda.
Sabe que sólo podría prevalecer a través de un pelele (Guacamaya le quitó la posibilidad de un autogolpe) y en hacer pensar que Morena es lo “menos peor” de los peores.
Su presunta honestidad ha sido sepultada por escándalos en propia casa y con hartas pruebas de abusos y peculados, y sólo le queda la gente que nunca se entera en qué país vive.
Los demás saben que López no respeta la ley, que gobierna según sus más íntimos deseos, y que cuida tanto la investidura presidencial como una buscona la castidad.
Aunque trató de imitar a Lázaro Cárdenas y refundar el gobierno corporativo con capitalismo de cuates, fracasó por su incapacidad y porque no es posible realizar recetas para un mundo que ya está enterrado,
Ahora en todos los foros anuncia que será otra persona, pero advierte que va a hacer lo posible por imponerlo, lo que no va a lograr, pero le va a costar sangre al país.
“Estoy seguro que voy a entregar la estafeta a quienes van a continuar con la transformación. Eso me tiene muy contento, porque hay relevo a la vista y no va haber marcha atrás”, anuncia.
Y en ese contexto la pelea por logar ser el ungido por la gracia del Mesías, parece interpretarse por los pretensos como la búsqueda de quién es el esbirro más sañoso con la oposición.
Especialmente los favoritos, Titina Sheinbaum y Adán “Agusto” López, muestran que la honestidad, la decencia y la ley, especialmente la electoral, no los van a detener.
La Sheinbaum gasta millonadas del erario en imagen, asesores muy caros y planas pagadas, y arma campañas contra los principales alcaldes y alcaldesas de Ciudad de México.
El otro López tabasqueño, calumnia a los gobernadores de otros partidos, inventando datos de inseguridad para hacerlos pasar por ineptos e hipócritas.
Marcelo Ebrard, por su lado, intenta ser el del chiste del quien para mostrar que era un caballero, se para en plena tertulia y dice: “Les pido una disculpa porque soy el responsable del segundo pedo de la señorita”.
Monreal o está confundido y no sabe para dónde ir o es muy astuto y espera el momento de atacar, pero el caso es que entre esos cuatro traen la vida institucional a corcholatazos.
López Obrador mandó quitar hace ya tres años el lema maderista en la papelería oficial: “Sufragio Efectivo, no reelección”, que estuvo ahí más de 80 años y 12 gobiernos.
Lo hizo porque no es ni ha sido jamás un demócrata ni, su ideario, ya ampliamente mostrado, pasa por buscar el imperio de la ley como un bien superior.
Su táctica de satanizar a la prensa, de inventar campañas en su contra, decir que son promovidas por los más ricos, por gobiernos extranjeros, solamente la creen algunos locos.
Solamente esos a los que López llama con procacidad el pueblo raso y a los que incluso ha comparado con “animalitos”, son los únicos que aún creen que pueda salir vino del vinagre.
Falta camino, no siempre el arriero podrá culpar a las mulas, porque queda la recesión y una crisis financiera de la que ya no nos salva nadie.
Mientas, los destapados golpeándose entre sí, el Presidente con el ego herido muestra decrepitud y haber perdido el mando del país, y así, la Cuatrote se está llevando de encuentro a México.