Un peligroso enemigo del medio ambiente y la vida humana anda queriendo instalarse en la huasteca potosina. Es un demonio que puede acabar en pocos años con la tierra, agua y salud de nuestras comunidades. De llegar a obtener su carta de residencia afectaría aquella encantadora y exótica región de nuestro estado.
En todo el mundo se conoce a este depredador con el nombre de Fracking. Y es sabido que ahí donde logra sentar sus reales deja siempre un rastro de desolación y muerte.
El Fracking es un método de fracturación hidráulica del subsuelo para obtener hidrocarburos (gas y petróleo). Su utilización produce enorme contaminación de los acuíferos, daños irreversibles al medio ambiente y afectaciones severas a la salud de las personas. Violenta derechos humanos esenciales e impide, por tanto, gozar de condiciones de vida digna.
En varios países del mundo se ha utilizado este método de extracción de gas y petróleo. Pero en muchos otros está prohibido por sus efectos nocivos (España, Italia, Inglaterra, Suiza, Escocia Francia, Alemania).
Los defensores del medio ambiente han combatido y resistido la embestida de los gobiernos locales y empresas trasnacionales que buscan ganar millones de dólares utilizando el fracking para satisfacer la demanda de un voraz mercado de combustibles. También organizaciones de la sociedad civil, comunidades indígenas y la opinión pública se han movilizado para impedir su funcionamiento.
En San Luis Potosí desde hace tiempo se ha divulgado la versión de que en la huasteca hay gas y petróleo y que por lo mismo estaríamos por vivir una nueva era de esplendor propiciada por la industria de los hidrocarburos.
A raíz de esta noticia empezaron a aparecer en nuestro estado idólatras de la ganancia a costa de lo que sea. Estos siniestros mercaderes empezaron a vendernos el cuento de que ahora sí el progreso llegaría a la empobrecida huasteca. Habría trabajo para todos, dinero en los bolsillos y la economía de los pueblos y comunidades de aquella región se elevaría hasta los cielos.
Lo que no dijeron estos heraldos del imaginario progreso es que la utilización del fracking violenta derechos de pueblos y comunidades indígenas, viola tratados internacionales que protegen a los pueblos originales, afecta la salud de los habitantes en donde se asienta y su perniciosa actividad lesionaría el ecosistema de una de las mayores bellezas y reservas naturales con las que cuenta San Luis Potosí.
Tampoco imaginaron los promotores del fracking que el solo anuncio de que se iba a utilizar esta técnica provocaría la aparición de un movimiento de resistencia civil y comunitario que impediría su operación.
Por eso explotó la bomba en el primer intento que PEMEX hizo de realizar trabajos de exploración en la comunidad indígena de San Pedro, municipio de San Antonio, huasteca norte.
En efecto, el pasado 24 de julio nos enteramos que un numeroso contingente de indignados ciudadanos de aquel municipio se organizó para impedir los trabajos de la petrolera y denunciar el atropello que estaban sufriendo.
En su denuncia los habitantes de la comunidad de San Pedro relataron cómo aquella calurosa mañana de julio se observó una camioneta de PEMEX custodiada por un vehículo del ejército mexicano husmeando en sus parcelas. Todo ello sin el consentimiento de los propietarios.
Esta incursión de PEMEX activó las sirenas de alerta en toda la huasteca. De inmediato se empezó a gestar un movimiento de rechazo a los trabajos de exploración que como primer paso abriría la puerta a la utilización del fracking.
Se hizo tanto alboroto en los medios de comunicación, en las comunidades indígenas y en las calles de algunos municipios huastecos que la noticia indigestó al mismo gobernador. Cuándo se le preguntó a Juan Manuel Carreras acerca de este asunto contesto titubéate y con reservas. Lavándose las manos afirmó que era un asunto de competencia federal y que desconocía las intenciones de PEMEX, pero eso sí, dejo ver su cariño por este tipo de proyectos: “el fracking tiene su lado bueno, por la explotación de hidrocarburos y el fomento de empleos en la región”.
A los pocos días al observar la belicosidad de los grupos opositores y confirmar que la ola de rechazo estaba creciendo envió a su secretario de gobierno a enmendar la plana. Entonces, Alejandro Leal Tovías en calidad de corrector de estilo del señor gobernador afirmó: “De entrada les digo que no hay fracking, ni hay licitaciones; hay una inquietud en la Huasteca, y el gobierno como representante de los potosinos tendrá que sumarse a la petición de la ciudadanía, (…) nosotros no tenemos conocimiento de que se vaya a explotar ningún producto de Pemex con esta técnica, somos los primeros interesados en que esta técnica en San Luís Potosí no se lleve a cabo. La voluntad de los pueblos indígenas tiene que respetarse, si la consulta indígena dice no, Gobierno se tiene que sumar. Estamos con ellos, no podemos ir en contra de sus intereses”.
Conscientes de que estaban por comerse una manzana envenenada, recularon.
Por su parte los grupos opositores amenazaron con tramitar amparos e iniciar acciones de resistencia pacífica para suspender los intentos de invadir la huasteca con la técnica del fracking.
Tómese en cuenta que los lugares en donde se especula que podría haber gas y petróleo son tierras propiedad de los pueblos y comunidades indígenas las cuales están protegidas por la Constitución federal y local con dispositivos de ley muy especiales que obligan a consultarlos cuando se trata de realizar cualquier proyecto que pueda afectar su territorio.
Como conclusión de este enredo provocado por la imprudencia de PEMEX podemos afirmar que por el momento los grupos opositores al fracking han ganado la primera batalla en favor de la vida, el agua y el territorio. No se dejaron avasallar. Han hecho valer los derechos constitucionales de los pueblos y comunidades indígenas al resistir la arbitrariedad y de paso han alertado a los hoteleros y prestadores de servicios turísticos sobre las consecuencias nefastas que derivarían de la utilización del fracking.
Sin embargo los que se oponen no han ganado la guerra. Vendrán otros intentos de utilizar el fracking en otros municipios del estado.
Pero por lo pronto ha quedado claro que ahí donde estas tentativas depredadoras se asomen se encontraran con la oposición de los ciudadanos organizados que no bajarán la bandera que guía su consigna: ¡Ni aquí, ni allá!, ¡Ni hoy ni nunca!