Una consecuencia de la nueva distribución del poder en San Luis Potosí es que se adelanta la sucesión gubernamental de 2021. Entre los ganadores de un cargo de elección popular destacan figuras que aspiran cautelosamente a ocupar el cargo de gobernador.

Son hombres y mujeres de larga trayectoria política a los que no hay que perder de vista porque a partir de septiembre empezarán a tejer muy fino para convertirse en candidatos o candidatas al cargo que hoy ocupa Juan Manuel Carreras.

Luego de las elecciones del primero de julio han surgido nuevos jugadores en el tablero político. Unos fortalecidos, otros disminuidos, algunos más en bancarrota pero todos con aspiraciones para seguir en la disputa por los espacios de poder.

A partir de septiembre y con más fuerza en 2019 seremos testigos de un reacomodo de fuerzas políticas y del surgimiento de proyectos que tendrán como objetivo tomar por asalto Palacio de Gobierno. Muchos actores políticos habrán de alinearse alrededor de personajes que real o ficticiamente son percibidos con alguna posibilidad de llegar a ser precandidatos o precandidatas al gobierno estatal.


Puede parecer absurdo que apenas estemos cerrando un ciclo electoral y ya discurramos sobre los políticos que buscarán gobernar a partir de 2021. Pero para quienes aspiran al máximo cargo de responsabilidad en el estado es de vital importancia ir construyendo desde ahora bases sólidas que den viabilidad a su aspiración.

Los que quieren pero no lo admitirán públicamente.
Podemos afirmar con certeza que políticos profesionales en los que habita la voluntad de poder buscaran ser candidatos a la gubernatura o aliarse con el más fuerte de los aspirantes. Tal es el caso de Juan Ramiro Robledo, Esteban Moctezuma, Sonia Mendoza, Xavier Azuara, Eugenio Govea, Cándido Ochoa, Xavier Nava, Marco Gama, Enrique Galindo, Yolanda Eugenia González, José Luis Ugalde, Carlos Jiménez Macías, Jesús Ramírez Stabros, Elías Dip, José Ramón Martell y Ricardo Gallardo Cardona. Todos irán maniobrando con sigilo para intentar quedarse con la candidatura o ser parte de un proyecto ganador.

Falta mucho para que veamos quiénes logran consolidar un proyecto de esta naturaleza, pero por lo pronto nada de lo que hagan o dejen de hacer estos personajes deberá ser interpretado como un hecho aislado, inocente o desprovisto de intencionalidad política. Siempre habrá en su actuación una motivación estratégica. Cada iniciativa, complot, maquinación, alianza, presencia o ausencia que hagan estos prospectos deberá ser interpretada como una jugada táctica que busca obtener ganancias que sumen al proyecto de asalto al poder.

Los que quieren y pueden saben que nada les va a caer del cielo. Tendrán que librar duras batallas primero al interior de sus partidos y luego afuera contra otros competidores. Por eso cuidarán su imagen, amarraran alianzas y evitarán dar batallas pírricas. Paciencia, prudencia y presencia será la receta más útil. Deben llegar intactos, fortalecidos y con suficientes medallas en el pecho al 2020, año en el que el juego sucesorio será más abierto y agresivo.

La importancia de apropiarse de las estructuras de un partido.
Una primera batalla que deberán librar los que aspiren a ser candidatos en 2021 es apropiarse o por lo menos tener una influencia determinante en sus respectivos partidos.

Luego de los malos resultados que tuvieron el PRI, PAN y PRD en la pasada elección, ya germinan en su interior crisis que terminarán por desplazar a los actuales dirigentes y sus camarillas. Todo indica que ha empezado una guerra fratricida en sus entrañas. Aunque debilitados, estos aparatos partidistas son indispensables como base de apoyo de cualquier proyecto político. Apropiarse de ellos significa contar con jugosos presupuestos y plataformas de proyección política y mediática.

Aquí en San Luis Potosí es casi seguro que habrá cambios en el PRI y PAN. En el PRD no hay la certeza de que La Gallardía quiera quedarse con el cascarón maltrecho que ha quedado de este partido. Podría confirmarse en los próximos meses que los Gallardos están convencidos de que sería mejor alternativa formar su propia organización política para lo que se ofrezca.

Respecto a Morena, este partido está por convertirse en un botín muy codiciado. Ya iniciaron las primeras confrontaciones en su interior. Si acaso logra resolver los conflictos domésticos y colocar a una figura con fuerte presencia y liderazgo en la dirigencia estatal, puede convertirse en una organización poderosa.

En este partido Juan Ramiro Robledo Ruiz tendría cabida y posibilidades de consolidar un proyecto que tenga en la mira la gubernatura del estado. El experimentado político hoy en funciones de Magistrado es uno de los pocos personajes locales que goza de la simpatía y confianza del futuro presidente de la república.

En el PAN Sonia Mendoza podría ser la próxima dirigente estatal con lo cual se consolidaría su aspiración de ser nuevamente candidata del partido albiazul a la gubernatura en 2021. Aunque Marco Antonio Gama, futuro senador de la república, también codiciará apropiarse de este espacio por interpósita persona.

En cuanto a Cándido Ochoa no tiene problemas, ya cuenta desde ahora con el Verde Ecologista para sus planes de ocupar el cargo que hoy tiene Juan Manuel Carreras.

En el partido Movimiento Ciudadano no hay conflicto, Eugenio Govea ejerce un férreo control y será su plataforma de lanzamiento.

Enrique Galindo, Yolanda Eugenia González, José Luis Ugalde, Carlos Jiménez, Elías Dip, Jesús Ramírez Strabros y José Ramón Martell, los líderes de los sectores, los exgobernadores, los diputados electos y los ex presidentes del PRI pueden ser factor decisivo en el relevo de la dirigencia local del PRI si no se confrontan con el gobernador por este tema. Luego vendría la lucha interna para decidir quién sería el candidato a la gubernatura. Pero si sigue el patrimonialismo y la exclusión, el tricolor seguirá en caída libre y sus posibilidades de refrendar la gubernatura en 2021 serán mínimas.