- La película llamada “Crimen de Estado” no hará que la gente se duerma.
Por Efraín Kleriga
Una caricatura de 1931 dibujó a Pascual Ortiz Rubio sobre el Castillo de Chapultepec diciendo: “¡Yo mando!” y a Plutarco Elías Calles en una lancha en lago de Chapultepec: “Y yo remando”.
Desde entonces la tentación de los presidentes de ser “jefe máximo” repitió cada sexenio, al menos hasta que Ernesto Zedillo supo que difícilmente el PRI conservaría el poder.
Nadie había arrancado tal estrategia desde antes de tomar posesión, y si Salinas soñó con reelegirse y Fox con dejar a Martita, ninguno habría sido capaz de reventar vidas y ley por eso.
Es claro que Andrés Manuel López Obrador enrarece el escenario nacional en busca de quedarse en “La Silla Maldita”, pero si no puede, pondrá un “Manuel González” o un Pascual.
Hasta hoy lo único que puede salvar a México es que Azrael se apiade del país y le reviente las coronarias, haga que se atragante con un tamal de chipilín o se lo trague el caño.
A López Obrador lo que menos le interesa es lo que opine la gente, porque hace tiempo que siente que él es la ley, él es el Estado y todos deben hacer lo que él mande.
El macuspano va desmontando una democracia poco sólida, va cambiando al poder institucional por una kakistocracia o el gobierno de lo peor, es decir, el grupo que hoy lo defiende, narco incluido.
En plena fiebre populista López quiere acabar con el progreso, adoctrinar a la juventud, reventar el libre comercio, empoderar al ejército y convertir al narco en un sector de Morena.
A falta de resultados, el tabasqueño casi triplicó el presupuesto para publicidad, y con un burdo manejo de medios, golpea a los principales y nutre a los que menos credibilidad tienen.
Esto ocurre porque Pemex no recupera la producción, sus grandes obras o depredan selva o las finanzas, y el futuro del país luce nebuloso y tan cerca de López y tan lejos Estados Unidos.
Desde la Guerra Cristera México no había estado tan cerca de la anarquía, incluso de la secesión, como lo está hoy cuando lo menos grave será la crisis fiscal que viene.
En el cada vez más descompuesto escenario nacional, donde un ganso le tira a las escopetas, lo único que se recibe desde la presidencia son telecomedias y comerciales.
Para entretener al paisanaje hace una teleserie sobre la democracia, señala a presuntos candidatos y mientras convierte la agenda nacional en un estercolero.
Faltan 763 días, desde este miércoles, para que el climax del problema, perdón, el gobierno de López Obrador, y lo que causa daño es la botella no la corcholata destapada.
Comedias hay varias, avances, resultados positivos, crecimiento, mejorías, ninguna, solamente comedias y cortinas de humo mientras arma su propia Cuba en México.
Lo reciente es el enroque de Jesús Murillo Karam por Rosario Robles Berlanga, una presa política por otro preso político a quien también tendrán sin proceso por algún tiempo.
Ahora el invento, el “Crimen de Estado”, mientras desaparece la policía civil y pone a México en riesgo de perder el libre comercio y tener una reacción violenta desde Washington.
Para que el multihomicidio de 43 presuntos estudiantes de Ayotzinapa pueda considerarse “Crimen de Estado”, debería haber sido ordenado por el Presidente o por una agencia del Estado Mexicano.
Aun así, la figura Crimen de Estado no existe en el Código Penal que considera que los delitos los cometen personas físicas, no corporaciones o instituciones.
En el guion no está que lo normalistas fueron mandados, por “alguien”, a secuestrar autobuses y por ello fueron víctimas de una reacción brutal de policías o militares corruptos.
E incluso desde el manual de socialista de banqueta no puede definirse como Crimen de Estado si el entonces Procurador de la República ordenó la tortura y fabricó una historia judicial.
La realidad es que la suerte real del país se resuelve pronto, porque a pesar de recortar a cero el gasto operativo del gobierno, solamente Dos Bocas y el Tren Maya van a duplicar el déficit fiscal.
Y si decide desaparecer la policía civil, el libre comercio, al macuspano le viene la noche: Desde la Casa Blanca y no es imposible que el Norte se quiera separar y dejar al macuspano como Emperador de Tabasco.