- La policía militarizada es otra vuelta de tuerca en el armado de una dictadura.

Por Efraín Klériga
Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

Hasta hace unos días parecía correcto el señalamiento de Macario Schettino de que México ha caído en una suerte del modelo peronista que una y otra vez hunde a Argentina.

Pero el apetito absolutista de Andrés Manuel López Obrador que lo lleva a abusar de la ley, lo hace parecerse más a Jorge Rafael Videla que a Juan Domingo Perón.

El ciclo político argentino es de gobiernos peronistas que devastan la economía, seguidos por gobiernos liberales que no desfacen los entuertos y entonces son relevados por peronistas.

Por malo que eso parezca, el modelo que construye López Obrador es una dictadura, y por ello ya no tiene el más mínimo rubor de usar tiempo público para actuar como jefe de partido o juez de sentencia.

Argentina es un país con un PIB per cápita y niveles educativos superiores a los de México, sin el aislacionismo cultural y económico indígena, pero atado al peronismo hace 76 años.

Precisamente por ello no es compatible con México, donde hay una brecha económica, cultural y una más grande norte sur, en donde el norte trabaja y el sur hace grilla.

Andrés Manuel López Obrador ha dado más de una demostración de que más que situarse por encima de la ley, siente que la única ley que hay en México es él.

Su anuncio de que culminaría la militarización del país con un acuerdo para evadir el Articulo 21 de la Constitución y hacer a la Guardia Nacional parte de las fuerzas armadas, es más que alarmante.

Pero no sería ni su primer abuso ni su primer decretazo ni será el último, sino parte de una conducta sistemática para hacer de México el país en donde él pueda gobernar a perpetuidad.

Luego de militarizar los aeropuertos, los puertos marítimos y terrestres, las principales obras, López Obrador ahora quiere que la policía nacional sea un cuerpo castrense.

Con ello México dejaría de ser la República representativa, democrática, laica y federal, compuesta por Estados libres y soberanos de la que habla el Artículo 40 constitucional.

Simplemente no hay una sola justificación legal, administrativa o social para que una policía nacional preventiva se convierta en un cuerpo del ejército regular.

La única sería dar un Golpe de Estado de facto y someter a los ciudadanos a un Estado de Excepción en el cual pueda hacer valer su famosa lista de cibernautas que lo critican.

El macuspano nunca ha visto opositores, críticos, disidentes, sino unos 25 millones de “nuestros adversarios” y lamenta que algunos medios ya no sean, como él les llama: “gobiernistas”.

“¿Cuántos leen a Loret de Mola o a todos los opinadores? ¿Cuántos se guían por lo que dice el Reforma, ahora El Universal? Siempre El Universal, pero antes El Universal era más gobiernista, pero ahora se volvió opositor”, dijo López

El modelo que intenta imponer el tabasqueño es similar a dictaduras como Videla en la Argentina en los 70, Pinochet en Chile, Fidel Castro en Cuba o Kim Jong-un en Corea del Norte.

De emitirse el acuerdo o decreto para mandar al “diablo a las instituciones”, el tabasqueño estaría guardando la Constitución de los Estados Unidos Mexicanos, pero en un cajón.

Al de la voz no le extrañan los desplantes absolutistas del Tabasqueño ni el abuso de sus facultades legales para violentar la ley, porque no le vayan a él con que la ley es la ley....

Si tuviéramos que comparar a López Obrador con políticos de nuestra historia, no sería con Juárez o Madero sino con Tomás Garrido Canabal o Maximino Ávila Camacho, quienes por fortuna no fueron presidentes.

López ha confesado con cinismo que él ordenó la liberación de Ovidio Guzmán (quien sigue libre), que su hermano sí aceptó dinero de origen ilícito para Morena y que su hijo vive en una residencia.

Ha transgredido la ley en cuanto se le dio la gana, y lo mismo hace campaña en cadena nacional que le pone una oficina de 32 millones de pesos anuales a su esposa quien se dice “no primera dama” pero va al exterior como Primera Dama.

Tras los embates a los organismos de control, algunos colapsados como CNDH o la CRE, otros golpeados políticamente como la Cofece, López ahora quiere ser él el árbitro electoral.

Es precisamente por ello que quiere una policía militar represora, que cuide a los narcotraficante pero invente delitos a los opositores, lo que le ha salido muy bien hasta ahora.

Y no creo que se ruborice sino puede justificar una policía militar, porque su equipo de seguridad ha dicho que “vamos bien”, y si no hay forma de justificarlo, a él le vale Wilson.