- La sequía es el aviso de que el futuro nos alcanzó.
- Las decisiones cortoplacistas no sirven.
Por Efraín Klériga
Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.
México no podrá enfrentar el desafío que representa el Calentamiento Global con gobernantes inconscientes que piensan que aún pueden tomar decisiones de corto plazo para salvar su imagen.
La escasez de agua en el norte del país y en especial áreas urbanas como Monterrey, Torreón, Saltillo, Chihuahua, Reynosa y etcétera, son una realidad impostergable que no se resuelve con paracetamol.
La escasez de agua será mayor cada día, las sequías seguidas por lluvias torrenciales no son fenómenos que vayan a pasar sino realidades que van a aumentar.
La sequía en todo el norte de México no es coyuntural, el futuro que nos alcanzó y peligra la vida de millones de personas, sus empleos y la estabilidad social.
Andrés Manuel López Obrador, su directora en la Comisión Nacional del Agua y el gobernador de Nuevo León, Samuel García deben partir del axioma: No hay agua más cara que la que no existe.
Remiendos como quitarse el agua entre entidades donde no la hay, hacer obras de corto plazo, encontrar un arroyito en la Sierra Madre, no funciona e incluso proponerlo, debe considerarse criminal.
En 2020 el problema en la presa La Boquilla generó protestas de productores, muchos de ellos poco sinceros, que fueron azudos por corruptos, decisiones políticas y pleitos de poder.
El conflicto en La Boquilla nunca se resolvió, Javier Corral y López la usaron como cancha de pin pon y el problema resurgirá y cada vez será más grave. Simplemente no hay agua.
La escasez en la cuenca del río Bravo aumentará y México debe decirle a Estados Unidos que el Tratado de 1944 debe revisarse, porque si México no lo cumple EUA tampoco.
Las cantidades que Estados Unidos puede tomar del Bravo y que se pagan a duras penas, deben ser a cambio de agua del río Colorado que Estados Unidos no ha pagado bien hace años.
No solamente EUA-México, también en Europa y África ya hay una guerra entre países por el agua, porque sin agua no hay comida, no hay industria, simple y llanamente, no hay vida.
Las fuentes de agua en el norte son escasas y hace mucho que el consumo humano, agropecuario e industrial rebasó la recarga y se agotan los acuíferos, someros y profundos apresurada e irreversiblemente.
En una escala de uno al 10 la escasez de agua en el norte y noreste es un problema para calificarse con 20 y el lío grave inició en 1992 con la mala operación de la Comisión Nacional del Agua.
Lo empeora el que productores agropecuarios y muchas empresas y establecimientos, consumen mucho más agua que la que tienen concesionada y nunca hacen se hacen auditorías.
Desde 1993 Conagua otorga nuevas concesiones sobre acuíferos en veda donde el consumo ya rebasaba la recarga, y lo hacen sin revisar si las solicitudes tienen sustento y pueden darse.
Hoy, hoy, hoy, políticos como Américo Villarreal Anaya, Olga Sánchez Cordero, Gustavo Cárdenas, son la punta de un iceberg bajo el cual hay miles de concesionados y un mercado negro de agua.
Muchos que obtuvieron una concesión de líquido para sembrar maíz antes de 1993, ahora tienen ganado, nogales y hasta algodón, hay otros que se dedican a revender su dotación.
En todo México hay problemas, pero en ninguno como en el noreste, donde además de políticos que miran, no hay dinero para obras caras porque no se cobra el precio real por servir agua potable.
Tampoco se ha hecho nada para frenar la desertificación o salinización del terreno, para beneficiar agua salobre, para evitar la tala inmoderada o la quema en bosques o matorrales.
Más urgente que el arroyito de Samuel o que los mohines de López Obrador, es iniciar obras con proyección a futuro, como traer aguas de cuencas que tienen recarga suficiente o desalinizar agua de mar o agua salobre.
Si Nuevo León no trae al menos 5 m3/seg. del mar o desde el Tampaón y no comienza a tratar por completo el agua del Pesquería, pues no puede garantizar un mañana.
También urge comenzar a auditar todas las concesiones de agua, sean para riego agropecuario, establecimientos de servicios o industrias, y más aún, urge dejar de regalarla o permitir el mal uso.
Sabemos que el presidente López Obrador es un tipo cobarde, sin la capacidad intelectual ni la habilidad política para sentarse con los concesionados a resolver el problema.
Solamente que ahora, Samuel García nos muestra que tampoco tienen los arrestos y Tamaulipas comenzará a ser gobernada por un corrupto que vende agua.