- Resulta tonto comparar a LEA con AMLO, son tiempos y situaciones distintas.

Por Efraín Klériga
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Bastaría comparar el Gabinete de Luis Echeverría con el de Andrés Manuel López Obrador para notar enormes diferencias por si no bastara la época geopolítica y el devenir individual.

Fuera de la vocación populista y el ansia de poder, ninguna otra cuestión los hace similares; uno fue un presidente “imperial”, como lo describiría Krauze y el otro es un mesiánico parlanchín sin brújula.

Jamás se escuchó a Echeverría apelar al Evangelio, mandar saludos a la delincuencia, recibir ministros de culto, evitar un compromiso internacional, o poner entredicho la separación de poderes, que no existía.

Echeverría no fue el creador, pero sí quien más alimentó al Estado bestia devoradora al que Octavio Paz calificó de Ogro Filantrópico, Estado por la cual el macuspano siente nostalgia

El mismo Echeverría admitió veladamente en una entrevista que hice para en Reforma en noviembre de 2001, que hubo excesos contra guerrilleros y que había un cuerpo que los combatía.

“Esos soldados y oficiales muertos pertenecían a un grupo que es la garantía de estabilidad de nuestras instituciones, cumplieron estrictamente con su deber”, dijo en 2001.

No falta quien quiera adjudicarle a Echeverría la Liga 23 de Septiembre y el homicidio de don Eugenio Garza Sada, pero quienes lo hacen ignoran el nombre y origen de la guerrilla a la que perteneció Jesús Piedra Ibarra.

Es verdad que LEA endeudó al país, peleó con empresarios, afectó a pequeños propietarios, se tironeó con Estados Unidos, Israel, pero también legó instituciones que persisten como el Infonavit y la Profeco.

Durante el Echeverriismo comenzó a explotarse Cantarell, se construyeron presas de gran magnitud como Chicoasén, y se trabajó para lograr compromisos de desarme nuclear entre naciones.

No creo que del gabinete de López Obrador salga un Premio Nobel de la Paz como Alfonso García Robles, ni un planificador y constructor de caminos como Eugenio Méndez Docurro.

No puede compararse a Delfina con Víctor Bravo Ahuja, novelista, sí, pero también autor de ensayos sobre educación como: La problemática educativa de México en el marco internacional (1974)

Hay una enorme diferencia entre Antonio Dovalí Jaime y Octavio Romero, entre Jesús Reyes Heroles y Zoe Robledo, e igual, entre Porfirio Muñoz Ledo y Luisa María Alcalde.

Como AMLO ahora, LEA sintió la tentación de volverse dictador, pero también se marearon con el poder todos los presidentes desde Carranza hasta Enrique Peña Nieto.

Echeverría llegó en un México convulso, y hay quien jura, que él mismo, como secretario de Gobernación, propició la matanza de estudiantes y el clima de inestabilidad política.

El México de Echeverría era uno en el que se sabía que el tapado destapado sería el próximo presidente, de hecho, la apertura inicia cuando López Portillo tiene que contender sin contrincante.

En el México de 2018 ya existía un bien constituido órgano electoral y una titubeante democracia y fue, por la vía de un voto real, no el tapadismo, como López Obrador llegó a la presidencia.

En los años 70 el mundo vivía con los países no alineados, estaba fresca la Guerra de los Seis Días, Cuba progresaba con el apoyo económico de la URSS y Latinoamérica estaba llena de dictadores fascistas.

En el México de Echeverría, un candidato eterno como López, crítico procaz del gobierno, saboteador de pozos petroleros, organizador de mítines con quién sabe qué dinero, habría sido encarcelado, o víctima de un accidente.

López Obrador desdeña todos y a todo lo que no se pliegue a sus personalísimas ocurrencias; LEA consideraba desorden a la crítica, ideas exóticas a la disidencia, pero admiraba el orden y la cultura.

Con LEA se fundó el Banco Cinematográfico que por años fue base del buen y mal cine mexicano, e incluso, al comienzo de su gobierno, cooptó a intelectuales como los Carlos, Fuentes y Monsiváis.

En el México de Echeverría el temor que se sentía al viajar de noche por carretera o caminar por Ciudad de México, era por encontrarse con la policía, ruda y extorsionadora, pero se podía ir y volver.

Lo peor de Echeverría fue intentar un maximato dejando el poder a su amigo de la adolescencia y aumentar la deuda externa en más de 15 mil millones de dólares (3.5 veces) para explotar el petróleo.

López Obrador en menos de cuatro años ha hecho crecer la deuda externa en casi 20 mil millones de dólares, la deuda total en casi tres billones, y quiere dejarle el poder a su hija política.

Echeverría encontró a México importando crudo y lo dejó exportando; López no ha podido frenar la caída de la producción petrolera... Nunca segundas aversiones fueron tan malas.