- Los espacios vacíos tienden a ocuparse.

- El liderazgo latinoamericano de México fue ocupado por Argentina en el G7.

Por Efraín Klériga
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Según Andrés Manuel López Obrador la izquierda en Latinoamérica triunfa gracias a él y mientras, como acostumbra, se aplaude solo y se echa porras, Alberto Fernández y otros le comen el mandado.

Lo peor es que día a día nos alejamos del mundo del dinero y de los países que nos puede tender un paraguas ante una invasión que busque una amplia puerta hacia la frontera de EUA.

El tabasqueño no parece haber percibido que la situación del planeta es la más complicada en toda la historia, que vivimos serios peligros económicos, ecológicos y nucleares.

Mucho menos se ha dado cuenta que los gobiernos de izquierda latinoamericanos no parecen dispuestos a pelear con el G7 sino usarlo para hacer realidad el progreso que la 4T dejó en promesa.

Enfrascado en su política chiquita de declaraciones mentirosas como si estuviera en campaña, López ha permitido que México deje de ser el interlocutor de Latinoamérica.

Peor, México cada día está más señalado como un narcopaís y un lugar donde el Estado de Derecho brilla por su ausencia, y donde invertir puede ser un negocio riesgoso.

No solamente descuida medidas insoslayables contra el calentamiento global, al cual México es el país más vulnerable, sino permite que la economía entre en una vorágine descendente.

En cuatro años no se han apoyado los proyectos medioambientales que financia el Nadbank o el Banco Mundial, frecuentemente con recursos a fondo perdido.

En su caótica dialéctica, AMLO pensó que al defender a los narcodictadores y ser rudo con Estados Unidos, en automático tendría el liderazgo político latinoamericano.

Pero mientras López defendía a la dictadura cubana, Díaz Canel se lanzó ferozmente contra opositores y los condenó a muchos años de prisión por haber protestado por falta de alimento y libertades.

Para otros, como Alejandro Giannetti (Guatemala) fue un idiota útil que le ayudó a diluir las acusaciones y ahora asegura que Washington quiere derrocarlo y se está "reuniendo con líderes indígenas".

Ni para que comentar que los indígenas golpistas de Guatemala representan el mismo peligro que en México los golpistas niños con cáncer o las activistas feministas.

AMLO, empecinado o aterrado, no quiere salir su Palacio, confrontar a la gran prensa y a líderes globales, y se queda en casita mientras el mundo avanza.

A la fecha queda claro que sus refranes, únicos programas de gobierno, derivan en primero los votos y no parece tener en la mira otra cosa que refundar el viejo PRI hegemónico y clientelar.

Los espacios vacíos tienden a ocuparse, y así como Argentina se convirtió para el G7 en el interlocutor latinoamericano, Panamá ya inauguró su HUB y capta el tráfico aéreo, empleos e inversiones que México desdeñó.

Otras naciones captarán las inversiones hacia la manufactura, pues México parece ya poco estable, y mientras los mexicanos pagamos piso al narco por comerciar, sembrar o rezar en iglesias, el país se despeña.

No haber cabildeado siquiera en busca de una invitación del G7, se traduce como desinterés y reafirma para occidente que México es un país riesgoso para la seguridad mundial.

El G7 son Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido y este año invitaron a los dirigentes de Argentina, India, Indonesia, Senegal y Sudáfrica.

Si no les suena el nombre de esos países entre los que pueden invertir fuerte en energía limpia, turismo, infraestructura en México, no se preocupe, a López tampoco le suenan.

Los miembros de la OTAN practican la política del poder y saben que cualquier aliado tiene compromisos, pero también tendrá derechos que se reflejan en la seguridad y en inversión.

También saben que los que no se acercan es porque quieren estar lejos, porque son enemigos, así que para AMLO y México no decidir también fue decidir, aunque el macuspano ignora este axioma.

Para el mundo López es el loquito que pide excusas a la Corona de Borbona por lo que hizo la Corona de los Habsburgo, mientras deja que México se convierta en un narcoestado.

Para Alberto Fernández hacer lucir a Argentina en el G7, aunque tácitamente comprometiera alejarse de Rusia, es oxígeno puro en su pleito con el kirchnerismo.

¿Qué le podría haber dado a México convivir con los líderes de siete países democráticos y altamente industrializados, en una reunión donde se ha decidido el futuro del mundo contra Rusia?

Ya nunca lo sabremos, lo que si nos queda claro es que López Obrador miente, engaña y traiciona, incluso a su misma causa.