El atentado que Código San Luis sufrió la noche del pasado 12 de junio es un siniestro mensaje que busca amedrentar al periódico digital y a su directora. Constituye por sí mismo un inaceptable atropello a la libertad de prensa.

Quiénes tramaron está sucia acción buscan provocar miedo e intimidar a todos aquellos que ejercen el pensamiento crítico a través del periodismo libre.

Las expresiones de solidaridad de los medios locales y nacionales, así como la rápida reacción de la Comisión Nacional y Estatal de los Derechos Humanos y del propio gobernador Juan Manuel Carreras dejaron ver los buenos reflejos con los que se actuó ante este reprobable suceso.

No podía ser de otra manera. El horno no está para bollos. Los niveles de violencia que vivimos aterrorizan. Candidatos y periodistas han sido asesinados en todo el país. Vivimos tiempos macabros. Por ello sería inaceptable que se actuara con frivolidad o soslayo.
Si una vez más la impunidad se alza triunfante el mensaje será que la muerte tiene permiso.

Las implicaciones políticas de este acto delincuencial cuando se acerca el día de las votaciones han obligado a la activación del protocolo de protección a periodistas para abastecerlos de un blindaje que corte de tajo cualquier posibilidad de una nueva agresión. Bien por ello.

Las autoridades estatales y federales tienen la obligación de ir a fondo en este asunto. Los autores intelectuales y materiales del atentado permanecen ocultos e impunes. Por ello se deben actuar con rapidez para atraparlos y llevarlos ante la justicia para que paguen por sus crímenes.

La mayor responsabilidad recae en el gobernador y la Secretaria de Gobernación. No será suficiente que se activen medidas preventivas que luego pudieran naufragar en el mar de la burocracia. Las autoridades tienen que reconocer que hay un clima político cargado de amenazas que ha dañado el proceso electoral y también a los trabajadores de la información.

Aún hay tiempo de frenar la ola de violencia que empieza a dañar la legitimidad de las autoridades.

Es oportuno recordar que la libertad de expresión constituye un derecho fundamental en toda sociedad democrática y que el Estado debe garantizar su libre ejercicio.

Nuestra democracia no debe ser acotada o cercenada por actos criminales.

CARAS Y CARETAS.
La importancia del voto útil.
La hora de la verdad se acerca. Faltan trece días para que los mexicanos acudamos a las urnas. Para Anaya y Meade el enemigo a vencer sigue siendo Andrés Manuel López Obrador. Los dos tienen pocos días para intentar alcanzarlo y luego derrotarlo.

El tercer y último debate realizado en Mérida el pasado 12 de junio era una buena oportunidad para descarrilar al tabasqueño pero no lo lograron.
El evento ya es historia y las tendencias no se movieron significativamente. Andrés Manuel sigue a la cabeza.

Ahora y a marchas forzadas los dos rezagados están llamando a emitir el voto útil bajo el supuesto de que millones de electores no quieren al candidato de Morena.

López Obrador lleva la delantera, pero su puntaje apenas alcanza en el mejor escenario el 45% de las preferencias electorales. La otra parte (55%) es rabiosamente antipeje o no a decidido por quién votar. Por eso adquiere gran importancia el llamado al voto útil.

Se trata de que el voto no se desperdicie al otorgarse a un candidato que no tiene ninguna posibilidad de ganar. Por ello el voto útil adquiere gran importancia pues evita la dispersión del sufragio en múltiples alternativas. El ciudadano que opta por el voto útil le da la espalda a su opción original y decide apoyar al candidato que va en segundo lugar para provocar que alcance y luego derrote al puntero. Se ha comprobado que el voto útil se decide por lo general en la última semana del periodo de campañas, días previos a la votación.

Por eso también se le llama voto estratégico porque lo que predomina es un cálculo utilitario del elector. El votante deja de lado sus afectos e ideología y lo que busca ahora es propiciar que pierda el que va en primer lugar.

En estas elecciones alrededor del 20% de los posibles votantes no han decidido por quién votar.

Anaya y Meade piensan que estos electores podrían ser sus partidarios, pero un porcentaje de ellos podrían inclinarse por Andrés Manuel provocando que su ventaja se ampliara.

Muchos panistas estarían dispuesto a votar por Meade si ven que Anaya de derrumba en los próximos días. Pero también es posible que muchos priistas decidan votar por AMLO si de plano confirman que José Antonio Meade no logra llegar al segundo lugar.

Por ello los dos candidatos rezagados, Meade y Anaya, se afanan en obtener el voto útil.

Hay que estar atentos a este fenómeno y atestiguar a cuál de los candidatos acaba beneficiando el voto útil. Por lo pronto la moneda está en el aire.